Opinión
Contra Donald Trump vivíamos mejor
Como ahora en el ascensor sólo podemos entrar de uno o en uno o convivientes, la hora punta de mi casa es peor que la entrada a Madrid por la A6. Es verdad que mi hijo y yo podríamos ir por escaleras para llegar sin angustias al cole, pero el otro día se lo propuse y me miró como aquella vez que le propuse apagar la tele y, no sé, hablar.
Así que nos quedamos delante de la puerta del ascensor, viéndolo ir hacia arriba, hacia abajo, u oyendo cómo se abren las puertas en otro piso. Cuando para en el nuestro, siempre hay alguien dentro. A esperar, otra vez.
Yo miró el reloj, le digo a mi hijo que esto no puede ser, que vamos a llegar tarde, que va a suspender valores, pierdo los nervios, se me va la vida y le prometo por lo más sagrado que al día siguiente vamos a levantarnos media hora antes… Y la mañana siguiente, ahí estamos otra vez, a la misma hora: yo perdiendo pelo por los nervios y él revisando sus cartas de Pokemon. No sé para que limpian nuestro tramo de escaleras si nadie lo pisa.
El problema es que la hora punta continúa cuando vuelvo diez años más viejo tras la carrera para llegar al cole y en el rellano del portal coincidimos los vecinos mientras el ascensor sube y baja.Son esos momentos en los que hay que buscar un tema de conversación plano, amplio y en el que nos demos la razón.
Hablamos, por supuesto, de lo lento que es el ascensor, del tiempo y evitamos la política.
Pero no a Trump. Se podía hablar de él porque todo el mundo tenía algo malo que decir del casi ya ex presidente. Hasta el sábado no había nada más fácil que ser anti Trump. Lo bueno de las cosas que suceden lejos es que podemos comprometernos con ellas. Todo el mundo que conozco, y yo mismo, somos de Biden y la mayoría no sabemos aún si se pronuncia Bi-den o Bai-den.
Ser de Biden, además, nos hace sentir mejor personas. No hay nada como adoptar la postura buena que no exige nada a cambio: estás a favor del Black Lives Matter mientras, desde el centro de Madrid, comentas que seguro que hay una mafia que ayuda a los chinos que llevan los chinos donde compras los domingos, porque no es posible que hagan dinero con esas tiendas. O nos duele que separen a las madres inmigrantes de sus hijos en la frontera de EEUU, pero si pasa en Canarias…; y nos indigna una barbaridad una muralla en México, pero la de Melilla…
Trump hacía una labor social. Algunos habían elegido a Ayuso como sustituta pero resulta que los números del coronavirus en Madrid son ahora mejores que cualquiera. Otros presumían de ser anti madridistas por ir contra el rico y ganador, pero no ha podido gastar un euro este verano. Así, nos estamos quedando sin ejemplos con los que mostrar lo dignos y buenos que somos. A ver si, a estas alturas, vamos a tener que mirarnos en el espejo.
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