Opinión
Especial también
La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo. Educar es sacar lo que llevamos dentro, no programarnos para lo que el país necesita o le interesa. A quienes nos apasiona la educación sabemos que el objetivo es sacar el potencial del nuevo ser humano, no dirigirlo, y mucho menos adoctrinarlo o manipularlo. Hay que evitar represiones y viejas creencias. Las respuestas las tienen los niños. La educación es el antídoto contra todos los miedos, las barreras mentales y las creencias limitantes. Ya lo decía Aristóteles: «Educar la mente sin educar el corazón, no es educar en absoluto».
Fíjense si es vital, que la falta de educación está asociada a trastornos de ansiedad, del estado de ánimo y trastornos adaptativos. Si aparecen estas nefastas consecuencias en las personas que carecen de educación, imagínense el impacto en las sociedades, y a una mayor escala, en el mundo.
El germen de todo está sin duda en la educación. La escuela es el instrumento fundamental para tener futuro, explorar y potenciar nuestras posibilidades, en definitiva, para ser libres.
Como afirma José Antonio Marina, «la tramitación de una nueva ley de educación en tiempos tan convulsos y polarizados me resulta incomprensible». «El hecho es que, una vez más, la escuela está en periodo transitorio y en gresca. Con una futura ley a la que ya se ha anunciado el bloqueo y la derogación cuando sea posible, tenemos incertidumbre y parálisis educativa para otro decenio».
Esta situación es alarmante y desastrosa. Por ello las manifestaciones y protestas no cesan. Desde la plataforma Inclusiva Sí, Especial También, denuncian que las personas con discapacidad, sus familias y docentes nos encontramos profundamente preocupados por la intención de algunos partidos políticos y organizaciones sectoriales de eliminar la Educación Especial que atiende a miles de niños, niñas y jóvenes en toda España. La educación de estas personas extraordinarias con altas capacidades en lo más importante, el amor, la bondad y la ternura, requiere más profesionales que la educación ordinaria. Sus centros no pueden vaciarse progresivamente como ya han anunciado.
Queremos un pacto escolar que no permita a la política interferir en las libertades de los ciudadanos.
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