Gabriel Rufián

La nueva era Rufián

«Todo muy propio de los bolivarianos que aspiran a una República confederal»

En coherencia con su convicción de que la lengua es un formidable instrumento de cohesión nacional de una etnia, pueblo o tribu, partidos separatistas y nacionalistas – coordinados por los podemitas– pretenden que el idioma oficial del Estado, lengua común de todos los españoles y lengua materna de la gran mayoría de ellos, deje de serlo en la práctica… en España. Saben perfectamente que su pretensión es un atentado frontal contra la Constitución, pero Iglesias, Rufián y Otegui están muy crecidos tras haber cohesionado un bloque de 53 diputados que permite a Sánchez seguir instalado en el Gobierno. Así el catalán, el euskera, el gallego, el valenciano, el bable y el chapurreau, pueden ser vehiculares en su relación con los órganos constitucionales y las administraciones públicas, mientras el castellano tiene tratamiento de lengua extranjera en Cataluña. Todo muy propio de los bolivarianos comunistas que aspiran a una República confederal, plurinacional y plurilingüe, donde coexistan las diferentes tribus pobladoras de las antiguas Hispania Romana o Iberia griega. Mientras el NOM apunta a una globalización superadora de fronteras e identidades nacionales, estos «progres etnicistas» parecen ir contracorriente. Pero se trata de una estrategia paralela: saben bien que España tiene una identidad nacional e histórica cohesionada por el cristianismo a lo largo de siglos, y para vencerla hay que dividirla previamente. La nueva era proclamada por Rufián es la vuelta a la prehistoria. Pero con Sánchez al frente: eso es lo único importante para él.