Pedro Sánchez

PSOE o Pedrismo, he ahí la cuestión

Cuesta entender a este nuevo PSOE que puede acostarse con Bildu, tener un affaire con ERC y poner ojitos a Arrimadas, todo en el mismo día.

Para entender al gobierno es preciso realizar un análisis de sus protagonistas. Pablo Iglesias ha capturado un espacio político en el que las cenizas de la antigua IU le han servido para exhibirlas en una urna a la que rinden respeto sus antiguos votantes. De aquella organización solo queda el enterrador, que prefirió incinerar los restos a cambio de una cartera ministerial.

Iglesias completó esos votos con jóvenes y menos jóvenes que estaban dispuestos a sumarse a cualquier opción que fuese a la contra de todo lo conocido. Pero, a medida que le han visto actuar, muchos de ellos se han marchado bien a otras opciones o a ninguna parte.

Que una entidad tan deslavazada forme parte de un gobierno solo tiene una explicación: algo raro le ha pasado al PSOE.

Cuesta entender a este nuevo PSOE que puede decir una cosa y la contraria, acostarse con Bildu, tener un affaire con ERC y poner ojitos a Arrimadas, todo en el mismo día. O que se ha empeñado en tener conectado a la corriente para que tenga vida hasta que le convenga el Frankenstein que pespunteó Iglesias.

La única explicación plausible es que no se trata del PSOE sino que, como el Dr. Jekyll y Mr Hyde, tiene dos personalidades o, peor aún, dentro de él viven dos personas antagónicas.

Hace poco he defendido que el PSOE siempre ha tenido dos almas pero, esta vez, no es el caso. Pedro Sánchez y el PSOE son dos cosas muy diferentes. El Partido Socialista es un partido que trabajó activamente por el bipartidismo, cuando la UCD se desplomó, atribuyendo a Manuel Fraga un nuevo rol en España, jefe de la oposición.

Es un partido que nunca pactaría con populismos y menos aún con independentismos. Su ideología es reformista y eso lo compatibiliza con el interés del Estado. Siempre ha buscado consensos y, habitualmente, ha sido más generoso que sus adversarios para conseguirlos.

Felipe González o José Luis Rodríguez Zapatero nunca hubiesen ido a Europa para rogarle a Alexis Tsipras el apoyo de Pablo Iglesias en la moción de censura que presentó con 85 diputados, 33 más que los que tiene Vox en la actualidad.

Pedro Sánchez tiene una ideología y una manera de hacer política diferentes. Se muestra tibio con la campaña podemista contra la jefatura del Estado, cede en el precio tasado a los arrendamientos, pero luego compromete a los poderes económicos modificar la reforma laboral y amenaza a las pensiones con una sierra eléctrica.

Dos maquinarias ideológicas tan distintas no pueden convivir eternamente, porque no hay gobiernos de coalición dentro de un mismo partido, hay acuerdos entre distintas visiones de la misma ideología que es algo muy distinto.

Sánchez y su equipo lo saben, por eso han silenciado todo lo que han podido cualquier voz discrepante. Los presidentes autonómicos y líderes regionales, salvo alguna honrosa excepción, han comulgado con ruedas de molino, sin embargo, ya veremos lo que dura la paz impuesta.