Eutanasia

La cultura de la muerte (V)

«Clama que en mitad de una pandemia se apruebe la Ley de Eutanasia»

Es preciso reflexionar a tiempo y a destiempo acerca de esa indigna ley que el Congreso aprobó el jueves. Desde una perspectiva con una mínima empatía y sensibilidad humana, y que sepa distinguir el bien del mal, resulta inconcebible asumir lo que se hizo sin estremecerse, máxime teniendo en cuenta las actuales circunstancias.

Clama al cielo que un país con decenas de miles de muertos por la COVID-19, que está viviendo una situación de anormalidad extrema no experimentada por la presente generación, con una limitación desconocida hasta ahora de derechos, tenga un Gobierno cuya prioridad política en esas circunstancias sea la legalización de la promoción y ayuda al suicidio de los compatriotas más vulnerables. Y que, además, con el fin de agilizar su aprobación y así evitar informes de órganos tan preceptivos como el Comité de Bioética, la profesión médica o el Consejo de Estado, no se tramita como proyecto de ley del Gobierno.

Al igual que ahora se juzga severamente a esclavistas del pasado, destruyendo sus estatuas y eliminando sus reconocimientos en el espacio público, un día se señalará con el dedo a quienes utilizaron el suyo para votar a favor de tan inmoral iniciativa. Con el aborto libre los padres pueden eliminar a los hijos; ahora con la eutanasia serán los hijos los que podrán hacerlo con sus ancianos y enfermos padres. Sigan aplaudiendo a la cultura de la muerte para acabar la faena no culminada por el letal virus maldito. Palmeros de la muerte.