Opinión
El efecto rebaño
En la dirección de la política económica han surgido, más de una vez, situaciones que merecen denominarse como de efecto rebaño, pues defienden que lo adecuado ha de ser seguir el criterio de los demás. Sobre esto, el profesor Torrero señaló, en su documento aparecido en 2010 «Crisis de la Unión Monetaria Europea UME» (Instituto Universitario de Análisis Económico y Sociales. Universidad de Alcalá 10/2010), que «la incertidumbre induce a pensar que los demás pueden estar mejor informados». Eso fue lo ocurrido al observar la política que Mitterrand había seguido, aparentemente, con éxito en Francia. Y más adelante, otro presidente socialista motiva que tengamos que recordar la cuestión de las Cajas de Ahorros, que habían pasado a representar, como consecuencia de la decisión de 1977, aproximadamente la mitad del sector financiero en nuestro país, cuestión que se complicaría por la división de competencias, como señaló Luis de Guindos en el artículo «La encrucijada de la economía española», en Cuadernos de Pensamiento Político, julio-septiembre 2010, en cuanto a la regulación y supervisión entre el Banco de España y las Comunidades Autónomas.
Recordemos que, como una especie de premio por no entrar en la crisis bancaria de mediados de los años setenta y siguientes, en 1977 se amplió la posibilidad de acción de las Cajas de Ahorros, hasta entonces con unos ámbitos más bien locales. Así nació la larva que acabó por convertirse en un monstruo. Y he aquí que el Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero, propició la entrada, en los diversos órganos de las Cajas, de representantes de numerosos organismos autonómicos, políticos, sindicales y de organizaciones empresariales, con lo que su eficacia técnica se redujo de modo extraordinario, mientras, como expone Ernest Reig, «la obsesión por ganar cuota de mercado ha resultado nefasta». Pero «¿quién se atreve a quitar la música en medio de la fiesta?», se excusaba Miguel Sebastián. Hubo algunos, como Caruana, que formularon alguna advertencia, mas, a modo del buen consejo que da el padre de familia al hijo despilfarrador. Al buen regulador/supervisor se le exige más que un acertado diagnóstico y un buen consejo. Según Gaspar Ariño y Miriam García, cuando se preguntó a los últimos presidentes de Catalunya-Caixa, Serra Ramoneda y Narcís Serra, a quién se debía el haber aceptado una estrategia no precisamente ortodoxa, contestaron que ésta quizá fue excesiva; pero que «el resto de las Cajas hacía lo mismo». El efecto rebaño estaba, de nuevo, presente.
Y como todos lo hacían, y todos los dirigentes lo aceptaban, ¿no sería absurdo mantener una postura radicalmente dispar y formular, con claridad, una oposición? ¿No era lo más oportuno imitarlos? El efecto rebaño estaba visible, no sólo en lo que, a partir del 2 de octubre del 2014 se supo en relación con Bankia-Caja Madrid, por el papel que hubiera debido tener el Banco de España, sino por los datos que se fueron conociendo, ya en Castilla La Mancha, en Valencia, en Cataluña o en Andalucía. Y de paso, por el Informe Revel, y los consejos críticos de Jaime Terceiro, se procuraron ocultar lo más posible. El mundo sindical aparecía ya implicado, nuevamente, en todo esto.
Actualmente, existe la posibilidad de que se venga abajo el Gobierno actual, si no se acepta el conjunto de medidas económicas que defienden Unidas Podemos y partidos separatistas. Mantenerse en el poder exige adherirse a estas posturas, como en los tiempos de Rodríguez Zapatero señalaban Miguel Sebastián o Caruana. Este efecto rebaño con el que nos encontramos nos recuerda el extendido mito del dramático «suicidio» de los lemmings escandinavos, que constituirían un conjunto de roedores, dirigido por alguno que conduce, que llegan, en tropel, a un acantilado sobre el mar, para precipitarse, violentamente, sobre él.
Pero volviendo a nuestra realidad, en el caso de los políticos, y no de los lemmings, es preciso cortar el camino que lleva a la catástrofe del acantilado. Es siempre difícil, ya que, como antes se ha dicho, eso supone quitar la música cuando parecía caminarse hacia una fiesta. Por tercera vez, en esta ocasión, sería urgente hacerlo.
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