Las reglas del juego

Las imágenes del asalto al Capitolio en Washington, en la jornada que la Constitución norteamericana establece para que los congresistas reconozcan al presidente electo, que jurará el cargo el 20 de enero, han conmocionado al mundo y deben inducir a la reflexión, ya que se trata de la mayor democracia del mundo libre.Como era previsible, no se han hecho esperar las rotundas condenas procedentes de todas las instancias políticas, pero no debemos quedarnos ahí. Para introducir esta reflexión, bastan dos ejemplos, uno de aquí y otro de allí: tras la ultimas elecciones en Andalucía que dieron fin a un gobierno socialista durante casi 40 años, Podemos activó una «alerta antifascista» con manifestaciones y actos diversos, con el común objetivo de impedir el cambio decidido en las urnas. Ahora se rasgan las vestiduras por lo que han hecho los «populistas y fascistas trumpistas». También son conocidas sus convocatorias para «rodear el Congreso» y coaccionar a los diputados en ocasiones señaladas para sus intereses.

Cuando proceden de sus filas, esos actos son una «expresión democrática de la voz del pueblo»; en cuanto a lo de allí, las acciones del Black lives matter, con incendios, pillajes y violencia desatada en EE.UU. son la «expresión democrática del pueblo contra el racismo». Una violencia legitima los necesarios cambios que exigen sus promotores, mientras la otra los deslegitima. Estas son las reglas del juego: las que impone el pensamiento único y obligatorio. Es el precio a pagar por renunciar a la batalla cultural.