Opinión
Futuro
Por desgracia, la experiencia certifica que no sirven de mucho (de casi nada) las medidas durísimas de confinamiento que se han tomado para controlar el coronavirus en distintos países. ¿Por qué se siguen empleando, entonces, por qué lo que ha demostrado producir un enorme sufrimiento inútil continúa siendo de obligatorio cumplimiento…? La ruina se extiende de forma implacable en proporción a la dureza de los confinamientos, pero la pandemia no se frena. La hostelería, y toda la industria relacionada con el turismo, aunque les pese a algunos, es una arteria principal de la economía española. Si se secciona, nos desangraremos todos por ahí. Pero los políticos no parecen entenderlo. Están anestesiados por la confusión imperante, la situación es tan excepcional que no existen precedentes a los que recurrir y, además, los que mandan están rodeados de temerosos consejeros sin preparación concreta para esto (y, en muchos casos, para nada). Hábiles en propaganda, no saben resolver problemas reales, globales, aunque sean especialistas en generar otros bien distintos. Dicen que Trump va a pasar el resto de su vida en los tribunales, defendiéndose de las incontables demandas sobre su gestión que le van a llover ahora que ha dejado el poder. Lo que sumado a su situación de endeudamiento personal, le hará el futuro mucho más difícil que cuando volaba escoltado en el Air Force One. A muchos políticos europeos también puede ocurrirles que, debido a las medidas que están imponiendo, y que van a suponer millones de dramas personales, ruinas de las que la mayoría no se podrá recuperar, enfermedades y demás consecuencias de la suspensión de derechos fundamentales ciudadanos (impidiendo el trabajo, la movilidad, etc.)…, quizás cuando dejen el poder se encuentren con un aluvión de demandas de grupos e individuos afectados, y que ni siquiera sus previos manejos para controlar al poder judicial puedan impedir que más de una prospere. De modo que, pensando en el bien de todos, incluido el interés personal de quienes dictan tales órdenes, deberían dejar de aplicar todo eso que ha demostrado su ineficacia y que, además, nos está matando de hambre, dolor, enfermedades mentales… De pura desesperación.
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