Opinión
Autodeterminación podemita
Les falta proponer convertir el Senado de las autonomías en el Soviet de las naciones
El partido podemita con sus confluencias, mareas y bifurcaciones diversas –comunistas, para entendernos– está obsesionado con la idea de la autodeterminación, sea para los pueblos o para las personas. Ciertamente, «de casta le viene al galgo» al llevarlo en su ADN político, pues ya la Constitución de la URSS de 1924 recogía el derecho a ejercer la autodeterminación a sus Repúblicas fundadoras Rusia, Ucrania y Bielorrusia.
Lo que seguro nunca pensó Lenin –que falleció diez días antes de la aprobación de esta Constitución– es que ese derecho sería ejercido décadas más tarde por Boris Yeltsin y sus cosocios fundadores para hacerla desaparecer el 8 de diciembre de 1991, sin honores precisamente. Ahora, el presidente del grupo parlamentario podemita en el Congreso se ufana al votar a favor de la «Mesa para el diálogo» del Gobierno con los separatistas catalanes, por ser «el único partido estatal que defiende la libertad de los presos, el diálogo, la plurinacionalidad y el derecho a decidir».
Además podría añadir que es el único en el mundo en estar en un Gobierno defendiendo esas cosas tan soviéticas. Solo les falta proponer convertir el Senado de las autonomías en el Soviet de las nacionalidades, como sus predecesores ideológicos. Ahora su afán autodeterminador lo desean para los adolescentes que no se sientan varones ni hembras, como precio a pagar por tener un ministerio para dedicarse a experimentos ideológicos de género, y así «autodeterminar» a los jóvenes. Todo se andará con Sánchez como caballo de Troya en su propio Gobierno.
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