Opinión

El Cuaderno de Chapu Apaolaza: “La patria es”

La mano de látex en la mano del intubado es la patria, y también mi perro y mi madre cuando mira por la ventana y de nuevo llueve

Mi Españita se ha levantado musical, casi italiana. Hemos sabido que tenemos un juez tabernero fan de Van Morrison y de la lengua en salsa, y a las puertas la primavera dispara ráfagas de flores. En Cataluña, las hilanderas de lo imposible han tejido un cordón sanitario alrededor de Salvador Illa con el que nos podríamos colgar de una viga si no diera la sensación de que se vendrá abajo el techo. Damos las gracias por un nuevo día, porque no nos envenenen con polonio y por el estudio que ha trincado Errejón para una semana de trabajo de cuatro días; me salen 32 horas, muchas me parecen. Errejón anda cambembo sin las empanadillas de Carmena. Cuando estaba fuerte, dijo que la patria es “cuidarnos”. Ahora, se dice que la patria es la declaración de la renta, de la que explicaba El Selu que si no le salía a devolver, le metía los dedos.

Todo es la patria menos la patria. Son los almendros -¡una patria rosiblanca!, y también son las tabernas, partenones con servicio de caballeros, mesas y servilleteros. La mano de látex en la mano del intubado es la patria, y también mi perro y mi madre cuando mira por la ventana y de nuevo llueve. Un supercontagiador en la Línea 4 del Metro, estación Esperanza, es la patria. Las fibrillas de ARN mensajero son una patria mensajera y chica, y los rotulitos que salen en Televisión Española también son patrios. El amor, la tortilla, la bandera, la tinaja, la niñera, el zumo de tomate del ‘Falcon’ y Génova 13, son la patria. La manera en la que Sánchez junta las manos cuando se enfada, Rosalía, la conga de Iceta y Laura Borrás de delantero de rugby del independentismo en el torneo de las seis naciones que con ella ya son siete, tirando por lo bajo. Por supuesto la patria es el hecho de que los mayores ataques a la democracia se dan con la excusa de defenderla. Y la bandera, mis hijos y mi padre, del que ya casi no recuerdo la voz. Todo eso es la patria y se parece a la declaración de la renta en que uno la mira y le entran ganas de llorar.

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