José Antonio Vera
Una derecha desnortada
Resultado de Vox al margen, el centro-derecha español está dando un espectáculo lamentable de egocentrismo, cainismo y miopía. El veredicto de las urnas catalanas del pasado domingo es cruel con Ciudadanos y el Partido Popular, pese a los cual sus líderes se aferran a justificaciones impresentables para hacer como si nada hubiera ocurrido, como si fuese normal que la señora Arrimadas pierda de un tirón treinta diputados y que el señor Casado deje al Partido Popular en la Comunidad en situación de partido casi extraparlamentario.
He criticado muchas veces a Cayetana Álvarez de Toledo por su ombliguismo. Mujer de personalidad sobresaliente y evidentes méritos intelectuales y para la comunicación, le pierde su afán por ser ella y sólo ella. Pero tiene toda la razón cuando dice que un partido sin apenas presencia en Cataluña no puede gobernar en España. Máxima que la dirigente popular se debería aplicar a sí misma, pues su resultado por Barcelona en las generales fue también una catástrofe sin precedentes.
Pero es verdad: lo del Partido Popular del pasado domingo no tiene pase y Casado no puede intentar saltar la página como si todo fuera culpa de Rajoy y Bárcenas, dando a entender que esto se va a arreglar cambiando el domicilio de la sede. El problema es que por mucha nueva sede social que tengan, los populares van a seguir teniendo las mismas siglas y la misma historia y los mismos expresidentes. No puedes borrar lo que es imborrable porque va marcado en los genes y porque por mucho que digas que la Policía se excedió en Cataluña, nadie va a poder ocultar que Casado era dirigente del partido cuando aquello sucedió. Si entonces no dijo nada, no se entiende que lo diga después a destiempo y con un oportunismo injustificable.
Casado y Teodoro deberían empezar a reflexionar sobre si la culpa de lo que está pasando en el Partido Popular no es de ellos. Los bandazos continuos, los errores al inundar las listas de tertulianos y toreros, la jubilación forzosa de valiosos dirigentes, la elección de Cayetana para después destruirla, las idas y venidas desde el aznarismo al centrismo-marianista, el zurriagazo intempestivo a Vox y la constante huida a ninguna parte, no son cosa de Rajoy ni de Soraya sino de Casado y García Egea. Querer resolver el batacazo del domingo mirando al cielo es como reírse de la militancia y de los votantes del partido.
El problema hoy de la derecha es su falta de liderazgo. También su división. Los 11 escaños de Vox en Cataluña están bien para alimentar el ego de Abascal, pero sirven de poco. Con su desunión, Partido Popular, Ciudadanos y Vox han perdido no menos de diez escaños. De seguir así no van a alcanzar nunca el poder, y alimentarán a Sánchez e Iglesias durante años.
La realidad de la derecha es que carece de liderazgo. Abascal está bien para un horizonte de 100 escaños, pero no pasará de ahí. Casado ya vemos cuánto es capaz de dar de sí. Arrimadas debería dimitir por haber huido de Cataluña a destiempo, con la consecuencia que vemos.
Todos quieren seguir en sus actuales cargos porque eso les da derecho a despacho, jefe de gabinete, secretaría y coche oficial. Mantendrán sus actuales prebendas pero no sumarán suficiente para desplazar del Gobierno al sanchismo-podemita, condenando a los españoles a muchos años de gobiernos de izquierdas.
Francamente, parece que el futuro del centro-derecha no es ni Pablo Casado ni Inés Arrimadas ni Santiago Abascal. Si quieren librarnos de este Ejecutivo, que piensen en pactar y en elegir a quien pueda aglutinar y ganar de verdad. ¿Feijóo o Ayuso?. ¿Hay alguien más?.
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