Extremadura
El cuaderno de Chapu Apaolaza: Milagro en Extremadura
Las cigüeñas ya han trenzado en los postes sus nidos de ramas huesudas, y miran a los coches tan graves que parece que leen a Marcuse
Camino de Badajoz. Llevo tanto sin salir de la ciudad que el mundo parece recién hecho. John Speeke debió sentir en las Fuentes del Nilo un asombro comparable al que me asalta al recorrer la Ruta de la Plata, que está de agua como el Delta del Okawango. Solo el humo de las chimeneas recuerdan que a ratos, está ardiendo España. Qué lejos quedan los hospitales, los índices de algo y los tantos por ciento de la de Pfizer o de la otra. No escucho ruido de respiradores que suenan como el mar, y el mar, ya dijo Jorge Manrique lo que era. Si estás convaleciendo en una cama, te diré y te contaré que la dehesa es una promesa de futuro. Qué viejas, las encinas, y qué niña parece la hierba recién nacida. Mira cómo todo lo cubre la niebla ligera de los jaramagos, chicos y alegres, que agitan sus flores como niños amarillos. Allí nacerán pronto flores para mil millones de enamorados. Fíjate que han prendido la ortiga y el almendro, que bajo la piedra se cobija el lagarto, y que vuelan la calandria, el pato y el jilguero. Dejó escrito Ptolomeo que esta era una tierra fértil, pero Ptolomeo hablaba de oídas. A Ptolomeo se lo contó Estrabón y a Estrabon, vaya usted a saber quién. Tú hazme caso a mí que te cuento que las cigüeñas ya han trenzado en los postes sus nidos de ramas huesudas, y miran a los coches tan graves que parece que leen a Marcuse. Que el ratonero dibuja piruetas renacentistas sobre las copas de los olivos que son de un verde tan leve que es casi de plata. Que ya llegamos a Badajoz y que cruzamos sus puentes. Aquí empezaron el año con las cifras de Covid más altas de España y ahora tienen las más bajas. Dime si no parece un milagro de la primavera.
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