8-M

Del 8-M y la peste

Todavía esperamos la comisión de expertos que evalúe el marasmo

Un año de otro 8-M. Abrió la puerta a la peste, que contemplamos con la necedad debida a los sucesos lejanos, cuando los chinos levantaron hospitales como pirámides y un millón de retroexcavadoras acumulaban muertos a cielo abierto. Nadie podía saberlo, pero en Italia nuestros vecinos morían ahogados, lejos de la puntilla en las ucis mientras nosotros nos convencíamos de que a lo sumo sería una mala gripe. Guardo como reliquias los artículos, vídeos, titulares, discursos, chistes, carteles y mofas de los líderes de opinión, periodistas, tertulianos y columnistas que justificaron el siniestro pasotismo y, a posteriori, trataron de ocultar su humillación a un gobierno siniestro. Un gobierno que antepuso sus intereses electorales a la salud pública y las manifestaciones a las recomendaciones de la UE. Un año del 8-M. Supongo que era demasiado pedir que los ejecutivos reaccionasen ante el maremoto como si se tratara de una amenaza más conocida. Pero con un poquito de honestidad, buena fe y altura a lo mejor habríamos evitado multiplicar las muertes. Como escribí entonces, un 6 de marzo William Hanage, profesor de epidemiología en el Centro de Dinámica de Enfermedades Contagiosas de Harvard, publicó un artículo en el Washington Post donde anuncia que «La batalla para evitar que el covid-19 llegué a Estados Unidos probablemente haya terminado sin disparar un solo tiro. No hemos sido engañados, superados o esquivados. Sabíamos lo que se avecinaba. Simplemente miramos para otro lado mientras el coronavirus entraba». 4 días antes, el 3 de marzo, el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de la UE había aconsejado a todos los países miembros «evitar actos multitudinarios innecesarios». 5 días después, 8 de marzo, los españoles, animados por un gobierno infame, disfrutamos de unas concentraciones multitudinarias. Que exigieron mantener todo abierto y celebrar carnavales a tutiplén, con el metro y los estadios abiertos de par en par a la putrefacción vírica que llegaba del este. Un año del 8-M. Todavía esperamos la comisión de expertos que evalúe el marasmo. Aunque sólo sea por abocetar el croquis con las medidas a tomar en el futuro. Para que nuevas jornadas de apostolado y propaganda no excusen futuras negligencias puramente criminales.