Comercio

Más allá del ombligo propio

«Los precios de las materias primas y fletes se disparan y afectarán a la industria»

Mercedes Olano, directora general de Supervisión del Banco de España, acaba de explicar que la incertidumbre económica se traslada «más allá de septiembre», al mismo tiempo que España, como dice la frase atribuida a un embajador extranjero y que ha hecho fortuna, «genera más política de la que puede consumir». La contemplación del ombligo propio y del ajeno, pero cercano, nubla cualquier otra perspectiva. Fomento del Trabajo, la centenaria patronal catalana que preside Josep Sánchez Llibre, muy preocupada por la situación tras unas elecciones autonómicas que no han solucionado nada, llama la atención –más allá de los ombligos de turno– sobre el aumento de los precios de las materias primas y de los fletes marítimos y su repercusión en la industria. Los metales industriales suben un 32% en lo que va de año y un 80% desde marzo de 2020, un porcentaje que es del 52,7 para los productos industriales en general. Transportar un contenedor con mercancías desde Shanghai a Rotterdam ha subido un 348% y llevarlo a Barcelona o Valencia ha pasado de costar unos 1.500 dólares a casi 7.000. Todos estos incrementos de costes corren el peligro de trasladarse a los precios con la recuperación, una vez que se generalice la vacunación –la mejor política económica según la ministra Calviño– y podría afectar a la política monetaria, es decir, a los tipos de interés, que solo pueden subir, como muchos temen a ambos lados del Atlántico, pero sobre todo en Estados Unidos. A España le pilla una vez más en una situación más que delicada, con la mayor deuda pública de la historia, 1,31 billones, casi 120.000 millones más que el año anterior, cifra que equivaldría al déficit público de 2020, y con la Comunidad de Madrid, la auténtica locomotora económica del país, esa misma que algunos radicales sueñan con gripar, pendiente del hilo de unas elecciones con Isabel Díaz Ayuso de favorita, pero siempre inciertas, porque nadie le garantiza que pueda gobernar. Todo en aquel «viejo país ineficiente», como reza el verso de Gil de Biedma, en el que tantos son incapaces de mirar más allá del ombligo propio.