Parlament de Cataluña
De Atenas a Estambul
Ayer celebramos la Anunciación y la Encarnación, fiesta grande en la otrora Cristiandad, tanto católica como ortodoxa. En esta fecha Grecia conmemora también su fiesta nacional y su independencia, que cumple ahora 200 años tras cuatro siglos de sometimiento al Imperio otomano. En griego la fiesta significa «Anuncio de la Buena Nueva», que ellos aplicaron al comienzo de su guerra de liberación, tras vivir bajo el yugo otomano desde la caída de Constantinopla en manos de Mehmet II en 1453 –dando fin a la Edad Media– hasta 1829, recuperando su ansiada libertad tras una cruel y larga guerra. Grecia ocupa un lugar de honor en la Historia universal junto a Roma y Jerusalén. De ellas procede nuestra cultura, tradición y raíces cristianas. Por su parte, la Turquía moderna nació tras la Primera Guerra Mundial de la de la mano de Mustafá Kemal Atatürk, tras la desaparición del imperio otomano. Hoy, ante su frustrada incorporación a la UE, se debate entre el laicismo de Ataturk y el confesionalismo de Erdogan, con la conversión en mezquita de la Catedral de la Santa Sabiduría de Estambul como símbolo.
Nosotros aquí seguimos «sin novedad», con el comienzo del debate de investidura en el Parlament, con los vicarios de Junqueras y Puigdemont disputando quién es más separatista, antisistema y folclórico. Mientras, en Murcia sigue el espectáculo de un Cs en caída libre hacia su desaparición. Para redondear la jornada, el BOE publicó la Ley de la muerte.
Lo dicho: «sin novedad» en la antigua cristiandad.
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