Política

Sánchez lo quiere todo

Pedro Sánchez es demasiado joven para tener grandes recuerdos de Mocedades, aquel grupo musical mítico de tiempos de la Transición, con la seña de identidad de la voz inigualable de Amaya Uranga. El inquilino de la Moncloa, sin embargo, es probable que tenga presente al Consorcio, formado por varios miembros de Mocedades, y una de sus canciones más populares y pegadizas: «Todos queremos más». El presidente no solo quiere más, sino que lo persigue todo. Salvador Illa, exministro de Sanidad y ahora líder de la oposición en el Parlamento de Cataluña, dejaba sorprendidos a algunos empresarios, entre otros, cuando comentaba –acaso con algo de ingenuidad o perplejidad– que «Pedro Sánchez quiere jugar todos los partidos y ganarlos».

José María Aznar, cuando Zapatero se convirtió en su antagonista como jefe de la oposición, le dijo un día con la suficiencia que le caracteriza: «Te lo pondré difícil, pero te dejaré vivir». Rodríguez Zapatero, cuando accedió al poder, tuvo la tentación de destrozar para siempre al PP entonces de Mariano Rajoy. Sin embargo, cedió a la tentación y José Blanco y Eduardo Zaplano establecieron una relación en que se contemplaba que la otra parte tuviera un espacio. Eran los tiempos del bipartidismo. Para algunos era una especie de conchaveo, pero también un signo de respeto por un sistema que dio decenios de estabilidad y por el adversario, lo que no significaba que se le facilitara nada. Todo ha cambiado mucho, incluidos los protagonistas. Ahora se ventila la batalla de Madrid, la asignatura pendiente de los socialistas, en la que la popular Díaz Ayuso sale con ventaja, pero también sin garantías de gobernar. Sánchez ha decidido echar el resto y utilizará todo lo que tenga a su alcance, lo que incluye que la pandemia, digan lo que digan, formará parte de una de las campañas electorales más duras que se recuerdan y en la que, más que otras veces, valdrá todo. Sánchez, como quizá se le escapó a Illa, pretende ganar todos los partidos y no dejar nada para los demás, pero eso también supone quedarse solo, aunque sea con el poder. El presidente lo quiere todo.