Opinión
Madrid, Madrid, Madrid
No me equivoco si digo que nunca los madrileños hemos estado más orgullosos de serlo que en estos momentos, al borde del ataque de nervios, con unas elecciones regionales en las que nos sentiremos más España que nunca. Sí, en estos días previos a los comicios tenemos el privilegio de expresar el sentir de todo el Estado en unos resultados que, según todas las previsiones, harán de esta ciudad y sus aledaños el referente de cómo se gestiona la pandemia, un destino gastronómico creciente y cada vez más importante, y un foco cultural para toda Europa y, si me apuran, para el mundo entero. El 4M quedará como fecha del orgullo “madrileñí”, y en años sucesivos deberíamos salir en cabalgata para así proclamarlo. Mientras tanto, y para quien todavía pudiera tener un atisbo de duda, Pablo Iglesias declara a Il Corriere de la Sera que se sale de la política porque él oposición no va a hacer, por si a alguien le quedaba un atisbo de duda. Se muda a la empresa privada, que da bastantes más dineritos, y entre eso y la pensión de ex vicepresidente, a la que no renuncia, ya tiene para ir tirando. Si es que el tener bien llenos los bolsillos y la cuenta corriente debe ser muy gozoso.
Otro que disfruta de su abultada cuenta y su cómoda vida de Falcon y vacaciones pagas con amigos incluidos es el tal Sánchez de quien Felipe González sentencia: “cuando todo está mal, aparece un tío y dice que todo está bien y que el futuro es cojonudo”. Y es que esta semana, cuando los datos del paro son penosos, menos en Madrid, donde se crea trabajo, el tipo sale y, con su canoso mechón adornándole la frente, dice que estamos que nos salimos cuando España pierde 122 empresas al día por la crisis Covid. Lo malo para él es que a Iván Redondo se le van torciendo los planes. Nadie es infalible y la historia así lo demuestra. Ni siquiera poniendo a Trampas Tezanos en su incansable afán de realizar encuestas fuera ya de plazo, incumpliendo la ley Electoral, sin contar tampoco los votos fantasma por correo y los tickets correspondientes justificándolos. De aquí a Venezuela, donde los bolichicos se pegan una vida obscena, hay un paso. ¿No tenemos por ahí un Draghi que nos saque de este merdero? Fijémonos en que Italia, para salir de la crisis, bajo la batuta del expresidente del BCE, está acometiendo una rebaja fiscal y acortando caminos burocráticos, o sea, igual que aquí con la ultraizquierda, solo que al revés.
Luego está lo de India, país productor del mayor número de vacunas donde el virus se está cebando en los famélicos, que allí son mayoría. Ese es el gran motivo de las muertes en masa diarias. Los datos son bien claros: un niño muere cada 30 segundos por hambre en aquel país, al mismo tiempo que el hambre provocado por la ruina económica del Covid podría causar 12.000 muertes al día, potencialmente más que la enfermedad. Y es que, según datos publicados en prensa especializada, la pandemia se ha llevado por delante sólo en España a 207.000 empresas y 323.000 autónomos en apenas medio año. Sin quitarle un ápice de importancia a las consecuencias del coronavirus, con un respeto infinito a cada una de las víctimas, a sus familias y amigos, hay que comunicar también al mundo la realidad de las cifras, la estadística real.
CODA. Especial mención al tono triunfalista de Biden en el capitolio en los cien días de su mandato, donde exhibió “la chequera” del gasto público con la que pretende relanzar la economía de su país, vapuleada por el Covid, flanqueado por sus cancerberas Kamala Harris y Nancy Pelosi.