Política
La guinda del pastel de Sánchez
«Bruselas ha dado un aprobado general y España recibirá 9.000 millones»
Pedro Sánchez, lo avala su peripecia, es un virtuoso tanto del regate corto como de la resistencia. Tropieza con frecuencia, pero por ahora disfruta de esa «baraka» que dura hasta que se acaba, que diría Pero Grullo. El inquilino de la Moncloa acaba de cobrarse –nunca mejor dicho–la pieza de Susana Díaz en Andalucía. Un dolor de muelas que desaparece. Habrá pocas contemplaciones con la derrotada. Es lo que sugería Maquiavelo para conservar un Principado. La andaluza, que tropieza por segunda vez en unas primarias, debería recordar la reflexión del Conde Duque de Olivares: «Al que vende se le perdonan los más grandes defectos y al que fracasa se le niegan hasta las virtudes más notorias». Susana Díaz ya es historia, tras un fin de semana positivo para Sánchez. El presidente pensaba –y piensa– utilizar la manifestación de Colón contra el centro derecha. Sin embargo, al mismo tiempo, temía que fuera más de lo que fue, entre otras cosas una excusa para otro minuto de gloria estéril de Rosa Díez. El 13 de junio no será una fecha que quede para el recuerdo y los indultos están todavía más cerca.
Sánchez tiene ahora a favor los vientos económicos. El Banco de España elevó ayer sus previsiones de crecimiento y es posible que, a corto plazo, peque de prudente. Nadie, ni el ínclito podemita Rafael Mayoral, habla esta vez de propinar «gorrazos» al gobernador, muy vigilante del cambio climático, ni a su director general, Óscar Arce, el hombre de la prospectiva. Llegan meses muy buenos para la economía, aunque las incertidumbres siguen ahí y el largo plazo es insondable. El presidente agasajará mañana en Madrid a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen. Viene a dar el visto bueno al plan de Recuperación del Gobierno que abre las puertas a los fondos europeos. Bruselas ha otorgado una especie de aprobado general a todos los países y España recibirá enseguida 9.000 millones de euros. Sólo Joe Biden, apenas veinte metros, cincuenta segundos de charla y una foto en los pasillos de la cumbre de la OTAN, ha sido la guinda que ha faltado estos días en el pastel más dulce de Sánchez.
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