Internacional

El paseíllo

La foto es fría, despectiva, sin alma, sin mirarse a los ojos. Me pareció una gran humillación

Confieso que contemplar la escena del paseíllo de Pedro Sánchez y Joe Biden en el pasillo de la OTAN en Bruselas me dio pena y vergüenza. Me hizo menos gracia que la escena final de «Bienvenido, Míster Marshall» cuando la caravana de coches americanos pasa de largo por el pueblo después de tanto preparativo. La imagen no se me va de la cabeza y no paro de darle vueltas. Es «berlanguiana». El presidente del Gobierno de España mendiga un poco de atención del presidente de Estados Unidos y este camina sin mirarle, como indiferente. El político español busca desesperadamente al menos una foto amable del breve encuentro para la posteridad, después de esperar en vano durante meses una llamada de la Casa Blanca. Pero la foto es fría, despectiva, sin alma, sin mirarse a los ojos. Me pareció una gran humillación. Esta imagen, este paseíllo de cuarenta y siete segundos, será lo que quede para la posteridad del tormentoso mandato del presidente Sánchez.

Sentí pena, ya digo, y vergüenza por el papel que se le asigna a España con este gobierno en la esfera internacional. Me acordé de la famosa «foto de las Azores» de Aznar con George W. Bush y Tony Blair, con los pies en la mesa, y no tengo más remedio que reconocer que, aparte de las discutidas connotaciones bélicas del momento, el prestigio de España en el mundo ha pasado aparentemente desde entonces de la cima a la sima. Ahí está Marruecos, sin ir más lejos, por si había dudas. Hasta veo que se airea en la red, para que se compare, el efusivo abrazo entre el presidente Eisenhower y Franco en Madrid en 1959, la histórica visita que sacó a España del ostracismo internacional. Nuestra diplomacia pasa por mal momento. Después del paseíllo de Bruselas, el gurú Iván Redondo y la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, han quedado para el arrastre.

Es posible que, como dice Julio Camba, Estados Unidos, el país de los trajes hechos y las sopas hechas, utilice también pensamientos de fábrica, pero parece fuera de duda que, con Biden en la Casa Blanca, el soñado presidente de la izquierda, no se ve con buenos ojos el actual Gobierno de coalición, con Pedro Sánchez a la cabeza, que tenemos en España. No es difícil adivinar las razones de este desencuentro que se puso ostensiblemente de manifiesto el otro día en Bruselas.