Opinión

Obispos, empresarios e indultos

La potencia propagandística gubernamental es muy eficaz, porque han desaparecido las voces críticas del PSOE

Un efecto positivo de los polémicos indultos es que la izquierda política y mediática glosa las virtudes de empresarios y obispos. A la hora de criticar al PP, Vox y Ciudadanos, se ha convertido en el argumento fundamental para mostrar que los representantes de una parte importante de la sociedad española están totalmente equivocados al no sumarse gozosos a la controvertida medida. Es otro efecto del pernicioso frentismo de la política. Todo se divide en buenos y malos, como sucede en esas mediocres películas estadounidenses de serie B. Es verdad que el gobierno rebaja la euforia inicial, ya se sabe que los neosanchistas son más papistas que el Papa, porque sería ingenuo pensar que con esa medida de gracia se resuelve el problema. Desde un frio análisis de lo que hemos vivido está semana que concluye hay que reconocer que la potencia propagandística gubernamental es muy eficaz, porque las voces críticas dentro del PSOE han desaparecido como por arte de magia o, para ser más exacto, de interés.

Los socialistas que están gobernando o en la oposición tienen como prioridad preservar el bien mayor que es La Moncloa y no hay que olvidar que Sánchez ha salido muy reforzado, como era previsible, tras la humillante derrota de Susana Díaz en las primarias andaluzas. Las próximas elecciones generales, que previsiblemente no se adelantarán, serán a finales de 2023 y antes tocan municipales, autonómicas y europeas. Por tanto, queda mucho tiempo para confirmar el cambio de ciclo con que sueña el PP y en política estos dos años largos es mucho tiempo. El «amor» de la izquierda por obispos y empresarios no durará mucho, aunque tras las lágrimas de cocodrilo de Garamendi no hay que descartar que le hagan, simbólicamente, ministro sin cartera y le den la gran cruz de Carlos III. Los sindicatos ya lo son y no entiendo por qué tiene que ser menos dentro del monopoly gubernamental. En cierta ocasión, un prestigioso líder europeo le comentó a un dirigente cubano las bondades de la democracia y el sistema de partidos, aunque destacando las ventajas del bipartidismo, pero su interlocutor le contestó irónicamente que no habían probado las del partido único. No hay que dar ideas, pero a los inquilinos de La Moncloa siempre les gusta que la oposición sea lo más «apesebrada» posible.