Economía
Alargar la vida laboral
La duración de las carreras laborales en España es apreciablemente más corta que en muchos otros países de Europa
El sistema de pensiones español se va a enfrentar a un muy complicado problema de sostenibilidad durante las próximas tres décadas: en esencia (aunque no sólo) porque la población pensionista va a prácticamente equipararse en número con la población trabajadora. Si ahora mismo contamos con aproximadamente dos cotizantes para sufragar los ingresos de cada pensionista, en 2050 esa relación se aproximará a 1:1. Insostenible. Una forma de reequilibrar las cuentas sería aumentando las cotizaciones sociales y bajando las pensiones, de modo que los menguantes trabajadores paguen más y los expansivos pensionistas reciban menos. Pero el Gobierno de PSOE-Podemos ha rechazado concentrar el ajuste en el lado de los ingresos y ha confiado alternativamente en alcanzarlo redimensionando las cifras de trabajadores y de pensionistas. Así, por ejemplo, el Gobierno confía en que durante los próximos 30 años entren en España diez millones de inmigrantes, los cuales ocasionarían un notable aumento de la fuerza laboral; a su vez, también espera que la tasa de paro baje permanentemente a entornos del 7%, de modo que una misma población en edad de trabajar arrojaría mucha más ocupación. Y, por último, también ha implantado una serie de incentivos con el objetivo de alargar la edad efectiva de jubilación: en este sentido, el retraso de la edad de jubilación tiene la ventaja de que aumenta el número de trabajadores y reduce el número de pensionistas simultáneamente (si una persona trabaja durante dos años más, también cobra dos años menos de pensión). Aunque los incentivos probablemente se terminen quedando cortos para alcanzar todo el ajuste que necesitamos, lo cierto es que la duración de las carreras laborales en España es apreciablemente más corta que en muchos otros países de Europa. Los últimos datos de Eurostat ponen de relieve que, mientras en nuestro país la duración esperada de una vida laboral ronda los 35 años, en Suecia alcanza los 42, en Holanda los 41, en Dinamarca los 40 y en Estonia y Alemania los 39,5. España no es, empero, uno de los peores de Europa: ahí están Italia con 31,2 años o Grecia y Croacia con 32,8. Dicho de otro modo, es cierto que todavía tenemos mucho margen para equiparar las carreras laborales de los españoles a las del norte de Europa y es cierto que, si lo lográramos, el problema de las pensiones prácticamente estaría resuelto en su totalidad. Pero para lograrlo no bastan, ni mucho menos, los tímidos incentivos habilitados hasta la fecha: es harto dudoso, de hecho, que un alargamiento de esa magnitud pueda conseguirse sin una reforma laboral en profundidad que liberalice de raíz nuestro mercado de trabajo (y permita, por tanto, una mayor inserción laboral en empleos estables) y, sobre todo, sin un nuevo retraso en la edad legal de jubilación (hasta el entorno de los 70 años). Pero siendo ésas (algunas de) las reformas necesarias para lograr un alargamiento suficiente de las carreras laborales como para solucionar el desequilibrio financiero de nuestro sistema de pensiones, ¿qué gobierno se atreverá a ponerle el cascabel al gato? Éste no parece que vaya a hacerlo.
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