Tribunal Constitucional

El fin no justifica los medios

Esta es una máxima moral, pero también legal. El intentar preservar la salud pública atacada por la pandemia no justifica que se usen instrumentos legales que no legitiman al Gobierno para suspender nada menos que derechos fundamentales y libertades públicas que constituyen la piedra angular sobre la que descansa el edificio constitucional. Al menos, en un Estado democrático y de derecho como el español. Para otros regímenes políticos, basta el ucase del zar de turno. Tenemos ejemplos sobrados de ello.

Por eso, resulta penoso y muy grave que el Gobierno a coro salga criticando la sentencia del TC con expresiones propias de Repúblicas bananeras. Afirmar que los magistrados «no tienen sentido del Estado», es tanto como decir que el Gobierno está por encima de la Constitución, o que Sánchez cual Rey Sol redivivo encarna el Estado. Por el camino quedan conquistas de la Revolución francesa como la separación de poderes o el absolutismo del Antiguo Régimen, lo que es llamativo teniendo presente su sintonía ideológica con aquellos revolucionarios.

Del coro descalificador del TC actuando como un grupo antisistema, destaca y preocupa la afirmación del voto particular del magistrado Conde-Pumpido: «No resuelve, sino que crea un problema político». Ignorábamos que la función del TC era resolver problemas políticos al Gobierno, se supone que al margen de la Constitución. La insultante respuesta del Gobierno al fallo del TC destila un tufo más que preocupante del concepto que tiene del Estado de Derecho.