Pedro Sánchez

Amnesia democrática

Se trata de buscar polarización y tensión y de fomentar debates y posiciones extremas para lograr votos

Una ley para instrumentalizar el infinito dolor de una nación, reabriendo las heridas del peor pasado, confrontando a españoles, dividiendo a un país entero con la retórica simplista de buenos y malos y recuperando la peligrosa idea de las dos Españas, es, además de innecesaria y totalmente ajena al interés general, una ley nociva y perjudicial. El Presidente Sánchez prefiere dedicar sus energías a crear problemas que no existen, en lugar de afrontar las verdaderas preocupaciones de los españoles, que hoy por hoy tienen más que ver con una pandemia ante la que estamos inermes jurídicamente, los desafíos a la Constitución lanzados por la coalición entre radicales y radicalizados que él mismo preside o la incertidumbre económica que provocan las elevadas cifras de paro y endeudamiento en un marco de mala gestión por parte del Gobierno de la Nación. Sorprende, y mucho, el énfasis empleado con dictaduras extinguidas y levantamientos antiguos, cuando esa misma izquierda dispuesta a castigar el pasado es capaz de indultar totalitarismos actuales en Cuba y Venezuela, y, dentro de la propia España, a los golpistas del presente, como hace con la sedición malversadora del independentismo catalán. El mismo Gobierno que suaviza las medidas penitenciarias de terroristas condenados por graves crímenes anuncie que endurecerá la persecución de delitos de opinión relativos a una dictadura extinta y a un dictador muerto. Va a resultar que el Gobierno de Sánchez es más valiente con las dictaduras que ya ocurrieron que con las que pueden ocurrir en el futuro, prefiere enfrentarse con quien dio un golpe de Estado en el año 1936, sin renunciar a pactar con quien atacó a la democracia española hace tres años y sigue anunciando de forma reiterada que volverá a hacerlo. Se trata de buscar polarización y tensión y de fomentar debates y posiciones extremas para lograr votos, desde el entendimiento de que, cuando nadie remite cartas con balas, esa debe ser la única fórmula para perjudicar electoralmente al centro-derecha de verdad: radicalizar y dividir a la sociedad en dos extremos ideológicos que la retrotraigan a los peores momentos de nuestra historia, en vez de confrontar dialécticamente, como es lo suyo, los proyectos, los balances y los equipos de los dos partidos que han gobernado España en las últimas décadas. Sánchez, bajo el pretexto de una falsa memoria histórica, que es, en realidad, una verdadera amnesia democrática que ignora, desprecia y agrede al proceso y a los protagonistas de la Transición Democrática, de la que nacieron la Constitución Española y el mejor periodo de nuestra tantas veces triste historia. Por eso es necesario que, desde todos los ámbitos de constitucionalismo y apuesta por la concordia, incluidos los que queden en el seno del Partido de Sánchez, se le diga alto y claro que la mejor solución que hemos encontrado los españoles al problema de nuestra convivencia y de nuestra libertad nos la ofreció la transición, que estuvo protagonizada por la capacidad de entendimiento entre los españoles, la superación de la división del pasado y la superioridad de lo que nos une sobre lo que nos separa.