Afganistán

El caos de Afganistán (1973-1992)

«Taraki presidió el Consejo Revolucionario, pero fracasó en su intento de imponer un régimen socialista»

Lo primero que tendríamos que haber entendido los arrogantes occidentales es que la intervención en Afganistán tenía que mantenerse durante mucho tiempo. En estos veinte años se ha hecho muy mal, como se comprueba con el caos actual tras la traición de Estados Unidos y sus aliados al pueblo afgano. El origen de este conflicto se remonta a hace varias décadas. El ex primer ministro Muhhamad Daud, primo del rey, protagonizó un golpe de Estado en 1973 que derrocó a Zhair Shah que había modernizado el país, aprobado una Constitución razonablemente liberal y se había avanzado en la igualdad de la mujer. El soberano había mantenido unido un territorio complicado con diversas etnias, diferencias sociales y enfrentamientos tribales. Daud, sorprendentemente, no se proclamó rey, como había sucedido en ocasiones anteriores, sino que estableció una república. El nuevo presidente proclamó una Constitución autoritaria que impuso el Islam como doctrina oficial del Estado. La inicial alianza con la Unión Soviética se debilitó cuando se incorporó al grupo de países no alineados. Posteriormente, ilegalizó algunas formaciones comunistas. Esto provocó el agrupamiento de la izquierda radical en el Partido Democrático del Pueblo de Afganistán que dio un golpe de Estado en 1978 en el que asesinaron a Daud.

Taraki presidió el Consejo Revolucionario, pero fracasó en su intento de imponer un régimen socialista y laico al provocar la resistencia armada de las tribus de las montañas y la indignación de la mayoritaria población musulmana. La incapacidad de Taraki y su gobierno para acabar con la insurrección provocó otro golpe de Estado, realizado por su propio partido, y asumió la presidencia Amin, que fue asesinado a los dos meses. Su sucesor, Karmak, pidió la ayuda a una decadente URSS que se metió alegremente en el avispero afgano y consiguió que todos los grupos opositores se unieran en la Alianza Muyahidín. Esta etapa de la guerra civil acabó con la huida de los soviéticos en 1989 y el fin del gobierno títere de Najibullah en 1992. La victoria no impidió que surgieran otra vez las diferencias étnicas y religiosas que habían entrado en conflicto tras la caída de la dinastía Barakzai fundada por el gran Dost Muhammad Khan en 1823. Por tanto, se abría una nueva etapa de luchas internas, venganzas y horrores que han llegado hasta nuestros días.