Opinión
Para la Historia: 24 agosto 1562
«Teresa de Cepeda y Ahumada, de memoria obligada hoy y aquí»
Tal día como hoy de 1562 se producía en Ávila un acontecimiento de aparente intranscendencia para el mundo actual, pero que fue polémico en su época, y que tuvo y tiene gran relevancia para la Iglesia universal y la Cristiandad. Una carmelita, Teresa de Jesús, salía del monasterio de la Encarnación con dos hermanas carmelitas, y con cuatro jóvenes –las «huérfanas pobres»– fundaría el monasterio de S. José e iniciaría la reforma teresiana del Carmelo.
Es una delicia para el espíritu leer «El libro de la vida» y «Las Fundaciones», relatos que hace la gigantesca santa de Ávila de las vivencias, incomprensiones, contradicciones y experiencias místicas que acompañaron aquella decisión.
Frente al cisma protestante provocado por Lutero en 1517, ese hecho, unido a la fundación de la Compañía de Jesús –los «Jesuitas»– por otro español, el vasco Ignacio de Loyola, serán las principales columnas espirituales en las que se apoyó la Iglesia para hacer frente a esta ruptura con las disposiciones del Concilio de Trento.
A santa Teresa de Jesús casi se le puede aplicar el «nunquam satis» reservado para la Madre de Dios; Pablo VI la proclamó como la primera mujer Doctora de la Iglesia en 1970 en los convulsos tiempos del postconcilio ecuménico Vaticano II, implorando su protección al recordar otro momento de particular tribulación para la Iglesia: el centenario de la caída de Roma como capital de los Estados pontificios.
Teresa de Cepeda y Ahumada, sublime escritora y patrona de los escritores españoles, de memoria obligada hoy y aquí.
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