Opinión

Desmemoria sanchista

Sabemos que el Gobierno sanchista está tan interesado con nuestra Historia y con nuestra memoria que quiere adoctrinarnos por imperativo legal acerca de cuál es la Historia democrática verdadera y, en consecuencia, la única que nuestra memoria personal debe recordar.

Sin duda debe ser por ello por lo que está omitiendo conmemorar acontecimientos de nuestro pasado que por su relevancia merecen ser recordados. Parece que ello dificultaría la labor de ingeniería social en la que está embarcado por tierra, mar y aire; con su totalitario proyecto de ley sobre la «democrática Memoria». Y por cierto, que no se trata solo de conmemorar triunfos y días de gloria, sino también de rememorar fracasos y derrotas, porque la auténtica historia del hombre –«varón y mujer los creó Dios»–, la biografía personal e individual, está compuesta de alegrías y tristezas, de fracasos y éxitos, al igual que sucede con la Historia de las naciones.

Ello es así, si tenemos presente que es el hombre quien con su libertad y de manera conjunta construye la dimensión «horizontal» de la Historia. (San Juan Pablo II escribió que la dimensión «vertical» de la misma la construye Dios junto al hombre y respetando su libertad). Esta reflexión viene a cuento porque este año 2021 en España hemos tenido la oportunidad de conmemorar sendos acontecimientos –glorioso uno en la mar y desastroso el otro en tierra– de manera que tan solo nos falta el aéreo para que se cumpla lo afirmado respecto a su política de adoctrinamiento en todos los frentes (tierra, mar y aire).

En cuanto al segundo, ya hemos tenido ocasión de evocar el 450° aniversario de una gloriosa victoria en la mar –la batalla de Lepanto–, sin la cual no puede explicarse debidamente nuestra Historia, tanto nacional como imperial (con perdón). En cuanto al otro suceso, éste no fue victorioso y feliz, sino profundamente triste. Su misma denominación lo evoca: el Desastre de Annual. Fue terrestre y en las áridas tierras del Rif, en el Protectorado español de Marruecos hace ahora 100 años. Esa campaña de Melilla de 1921 fue un desastre, aunque España se sobrepuso y culminó victoriosamente su misión pacificadora del territorio seis años después. Melilla sí lo ha conmemorado solemnemente, pero Annual exigía y exige también un recuerdo nacional, pues ha marcado nuestra Historia en el siglo XX.

Los británicos conmemoran sus victorias en todos los frentes: «la batalla de Inglaterra» contra Hitler fue aérea. Y omiten Dunquerque que fue en tierra. Nosotros no recordamos ni unas ni otras. Desmemoria histórica a expensas de la «Leyenda Negra» de la Memoria democrática sanchista.