Terrorismo
Los crímenes de ETA
Quieren reescribir la historia e impedir que se esclarezca lo sucedido con centenares de atentados sobre los que se desconoce quiénes fueron los autores.
La ofensiva permanente del terrorismo de ETA nunca fue una lucha política, como pretendió un sector de la izquierda radical española, sino una acción criminal contra una democracia con el objetivo de lograr la independencia del País Vasco e imponer una dictadura comunista. No hay ningún atisbo de dignidad, sino la repugnante actuación de sujetos como Arnaldo Otegi y sus amigos los pistoleros de la banda. Muchas familias fueron destrozadas y la sociedad española sufrió mucho con el goteo de atentados y secuestros que buscaban amedrentarnos para conseguir sus fines. No sucedió, pero sus herederos, muchos de ellos colaboradores y dirigentes de la banda como Otegi, quieren reescribir la historia e impedir que se esclarezca lo sucedido con centenares de atentados sobre los que se desconoce quiénes fueron los autores. Es triste que la izquierda esté más preocupada por la manipulada memoria histórica sobre la Guerra Civil y el Franquismo que por lo que sucedió en una época más reciente. No se puede perdonar a los que no piden perdón y se sienten orgullosos, además, de lo que denominan eufemísticamente “lucha armada” con el fin de encubrir su actuación criminal. No se puede olvidar a las víctimas y sus familiares.
La inmensa mayoría de la sociedad quiere que se resuelvan los crímenes de ETA. Es lo mínimo que se les puede exigir a unos indeseables que merecerían pudrirse en una cárcel y que su partido fuera ilegal. No es posible, aunque sería una muestra de madurez democrática, pero no podemos ni perdonar ni olvidar. La izquierda política y mediática utiliza la cantinela de que se pedía a la banda que abandonaran las armas y se integrara en las instituciones. Lo que nunca pude imaginar es que esto significaría que un tipo repugnante como Otegi se convertiría en un interlocutor del Gobierno. Es incomprensible que se quiera pasar página por intereses estrictamente partidistas. Nunca ha sido una sorpresa saber que ETA contaba con apoyo electoral, porque Hitler consiguió, incluso, ganar unas elecciones. No lo es saber que criminales como los hermanos Castro, Chávez, Maduro, Mussolini, Stalin…, por poner algunos ejemplos, contaban con apoyo popular. Hasta la mafia o los cárteles de droga disponen de fervorosos seguidores, pero nunca se puede blanquear a este tipo de gentuza.
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