Pedro Sánchez

Poderoso caballero es don dinero

«Poderoso caballero es don dinero». El magistral poema del no menos grande Francisco de Quevedo –que vivió y glosó el tránsito de nuestra Historia patria de nuestro Siglo de Oro al de Plata– viene muy a cuento, ahora y siempre. En efecto, resulta muy bien traído en relación al sainete protagonizado por el Gobierno con la vicepresidenta «fashionista» Díaz como diva, a cuenta de la derogación de la conocida como «Reforma laboral».

Hemos vivido unas semanas con el Gobierno debatiendo entre sí con publicidad y alevosía la interpretación y aplicación que debe darse al compromiso recogido en el Pacto del Abrazo entre Sánchez e Iglesias de hace ahora tres años, que se materializó en el actual Gobierno de coalición socialpodemita, genuina expresión del sanchismo político vigente.

De Díaz a Calviño y viceversa, pasando por Sánchez, ha habido una catarata de declaraciones puestas en escena con todo tipo de vestuario a cual más cool, que han dejado exhausto a nuestro diccionario para recoger las expresiones utilizadas para definir lo que ese compromiso debía ser o no ser. Hemos pasado de un «dogma político indiscutible», a una «línea roja infranqueable», una «señal de identidad política», hasta convertirse en una cuestión técnica, de matiz; en definitiva, en una «cuestión de técnica jurídica», como ha apostillado el sobrio y solvente Garzón, ministro comunista de Consumo y, al parecer, jefe de Izquierda Unida.

Para dirimir tan grave cuestión que aparentaba amenazar la estabilidad gubernamental, Sánchez movió pieza y convocó una cumbre en La Moncloa a fin de arbitrar y conciliar una posición común al respecto. Para ello se ocupó de rodear a la diva fashionista de ministros socialistas, y finalmente se hizo la luz: la «indiscutible derogación» será una «reforma técnica», que incluirá la negociación de los convenios con la «ultraactividad» de los mismos durante la transición entre el extinguido y el que se negocia, y otros asuntos, como la distinción entre temporalidad y precariedad en el empleo, cuestiones semánticas que domina bien la «autoridada» de nuestra «matria», la vicepresidenta Díaz.

«Casualmente», en el ínterin de tanta gesticulación, la Comisión Europea se manifestó al respecto recordando que los Fondos destinados a la recuperación exonómica –140.000 millones de euros– requieren de una gestión adecuada, condicionada a una regulación laboral que debe contar con el aval de los interlocutores sociales, entre los que se encuentran también –otra casualidad– los empresarios. Y se ha hecho la luz y la calma gubernamental. «Poderoso caballero es don dinero», les recuerda Quevedo. Y la diva se desinfla. Tan poderoso es don dinero, que su propietario es quien ordena y manda. Los demás son meros actores secundarios al servicio del guion del Príncipe de este mundo.