Inmersión lingüística

El PSC-PSOE contra Cervantes y el castellano

Hemos conocido dos noticias distantes y distintas entre sí, pero con el común denominador de afectar a Cataluña y a la lengua en general, y particularmente a Barcelona, antaño capital cosmopolita, acogedora, creativa, emprendedora e incluso «archivo de la cortesía», y ahora poco reconocible en todos estos calificativos. Muy al contrario, por desgracia, en la actualidad el nacionalismo separatista, con elevadas dosis de populismo de extrema derecha por su supremacismo y connotaciones etnicistas, la está encerrando en gestos de un provincialismo situado en las antípodas del empuje y vitalismo que la ha caracterizado tiempo atrás.

La noticia barcelonesa es que la «Casa Gran», como se conoce al Ayuntamiento, le ha negado un monumento a Cervantes en la zona de la playa donde él situó una escena de su inmortal Quijote. Cervantes tiene monumentos y distinciones de todo tipo en el mundo entero, incluso en ciudades que él nunca conoció. Pero en Barcelona sí estuvo, la admiro y la amó, dedicándole unos calificativos que hablan por sí mismos. Además de «archivo de la cortesía», la piropeó hasta el extremo, calificándola como «la flor más bella de todas las ciudades del mundo», «albergue de los extranjeros, patria de los valientes, venganza de los ofendidos, hospital de los pobres…», etc. Ya quisieran todas las ciudades del mundo tener un admirador de la talla de Miguel de Cervantes, al que sin duda hubieran homenajeado como merece tal hijo adoptivo, luciendo con orgullo a tan inmortal admirador.

La otra noticia ayuda a entender ese patético rechazo: el Parlament se ha negado a exigir al Govern el cumplimiento de la sentencia del TS que obliga a un 25% de clases en la lengua española oficial del Estado como vehicular. Ese es el pecado de Cervantes: ser un literato de fama mundial, autor de la inmortal obra de «El Ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha». Pero con la tacha para ellos de estar escrita en castellano.

Si ello es lamentable sin paliativos, agrava lo sucedido el hecho de que el Ayuntamiento lo rija Inmaculada Colau en coalición con el PSC, y que en el Parlament tambien los socialistas votaran en contra junto a la CUP, los Comunes podemitas, ERC y Junts. Mientras, el todavía primer secretario del PSC es el ministro de Cultura del Gobierno de España que, por cierto, ha regado de subvenciones a instituciones culturales catalanas, pero no para promover la cultura común española, como es su deber, sino para alimentar el uso del catalán como instrumento al servicio del secesionismo. Habrá que recordar esto a los castellano-manchegos y a los colegas del PSC allí gobernantes.