«De Bellum luce»

Al Parlamento que vayan los que sí se queman las manos

Mejor nos iría si fueran las víctimas de los incendios y los bomberos y militares que se han jugado la vida para apagarlos, incluso perdiéndola, los que abrieran el nuevo curso parlamentario contándoles a nuestros políticos la Verdad

La polarización no es solo ideológica, pensar distinto, es también afectiva, rechazar al otro por ser del otro bando. Presentar cada debate como un choque entre bloques, incluso el de por qué España se quema, exagerar la amenaza del adversario y poner la bronca por encima del acuerdo se han asentado como mandamientos que cohesionan a los propios y desgastan al rival. Esta estrategia está minando los cimientos de la democracia española: los estudios politológicos demuestran que la polarización afectiva reduce la confianza en las instituciones y alimenta percepciones de ilegitimidad del sistema.

A la par, crece el problema de la desinformación. Digital News Report España recoge que seis de cada diez entrevistados, el 57%, considera que los políticos son una amenaza importante en relación con la información falsa y engañosa. Diez puntos por encima de la media internacional. Cuando quienes nos dirigen son una parte importante del problema de los bulos, y se dedican a difundir medias verdades, el riesgo es una ciudadanía cada vez más proclive a quedarse solo con lo que le sirven los algoritmos.

Si se pregunta a los gurús de los partidos por la razón por la que siguen por este camino, la respuesta es simple: están convencidos de que les sale rentable a corto plazo porque la negatividad «moviliza, simplifica y cohesiona». El Real Instituto Elcano, a través de IBERIFIER, advertía hace ya más de un año que España necesita blindar consensos básicos frente a la desinformación y reforzar los medios de servicio público. Un reto, hoy en día, más imposible que cuando se realizó el estudio porque las reglas impuestas, bien alimentadas por los socios de los que depende la permanencia de Pedro Sánchez en La Moncloa, dicen que el país debe seguir hipotecando su democracia para que a unos pocos les cuadren las cuentas electorales.

La ronda de comparecencias de ministros y presidentes autonómicos para hablar de la España teñida de negro, que veremos, deberían servir para rendir cuentas, ofrecer información veraz, asumir responsabilidades y abrir de verdad el debate sobre las mejoras legislativas, presupuestarias y de gestión forestal que necesitamos. Incluso, a poder ser, proyectar liderazgo político y transmitir seguridad. Órdago a que se convertirán en escaparates políticos, donde el compareciente aprovechará para hacer propaganda de su gestión sin responder a lo esencial. Serán un acto tardío o reactivo. Mejor nos iría si fueran las víctimas de los incendios y los bomberos y militares que se han jugado la vida para apagarlos, incluso perdiéndola, los que abrieran el nuevo curso parlamentario contándoles a nuestros políticos la Verdad.