Opinión

España, Patria de la Inmaculada

La muy estrecha relación entre la Inmaculada Concepción, cuya fiesta celebramos hoy, y España, se remonta a siglos atrás, y tomará particular relieve a partir del 8 de diciembre de 1585 con ocasión del milagro de Empel, que obtuvo allí una gran victoria para los Tercios españoles de Flandes. Tras ese gran milagro, la reconocerán como Su Patrona ininterrumpidamente hasta la actual Infantería española.

La defensa de la Inmaculada Concepción de María tuvo fervientes valedores en nuestra Patria mediante el conocido como «juramento del voto Inmaculista», por el que numerosas universidades, ciudades, gremios, y Órdenes militares –la primera de ellas, la de Calatrava en 1652–, entre otras muchas instituciones, exigían profesar esa convicción para poder ejercer sus actividades o formar parte de ellas, defendiéndola con la vida si preciso fuera. Ante los conflictos y discordias sociales que se producían cuando algún eclesiástico la cuestionaba, el Rey Felipe III pidió a la Santa Sede la definición del dogma o la prohibición de expresar tal discrepancia en público.

Finalmente, María Inmaculada fue proclamada patrona de España por Clemente XIII el 25 de diciembre de 1760 a petición formal de Carlos III, recogiendo el sentir mayoritario del pueblo español. Esta proclamación se efectuó casi un siglo antes de la propia definición del dogma inmaculista, realizada el 8 de diciembre de 1854 por el beato Pio IX.

Otra muestra clara de la tradición inmaculista española fue la decisión del Papa –entonces todavía soberano temporal de la ciudad de Roma– de erigir el primer monumento dedicado a Ella precisamente en la plaza romana de España tres años después de la definición del dogma, en 1857. En la inauguración del monumento, el Papa beato Pío IX afirmará: «Fue España la nación que trabajó más que ninguna otra para que amaneciera el día de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen Maria».

La citada plaza debe su localización y denominación al Palacio de España allí ubicado, actual sede de nuestra Embajada ante la Santa Sede, la más antigua legación diplomática del mundo, que data del siglo XV. Innumerables turistas de la cuidad eterna pasan todos los días del año por la Plaza y su monumento coronado por la Inmaculada. Ante Ella cada 8 de diciembre hasta ahora –por la pandemia– acude el Papa a orar, y las autoridades españolas gozan del privilegio de saludarle, en honor a esa tradición.

«España, tierra de Maria», afirmará san Juan Pablo II en diversas ocasiones, recordándolo al despedirse de los españoles al culminar su último viaje a nuestro país, el 4 de mayo de 2003. España, Patria de la Inmaculada.