Navidad

Feliz Navidad

Que esta Nochebuena multipliquemos nuestro amor, que es antídoto del miedo, y celebremos la unión de las familias y los amigos de la forma más dulce y armoniosa

La vida es mucho más sencilla de lo que creemos, pero hay que empezar por lo esencial. Leyendo: «Necesitas amarte, para amar. Respetarte, para respetar. Valorarte, para valorar. Aceptarte, para aceptar. Nadie puede dar lo que no tiene».

Reflexiono acerca de lo importante que es recordarnos una y mil veces que lo necesario y vital lo llevamos dentro. Que la autoconfianza es primordial y que todos tenemos un mismo objetivo: disfrutar dando lo mejor que cada uno tiene. Para ello nació nuestra fundación: para contagiar el virus de la alegría y la felicidad.

Un virus que hoy cobra aún más sentido, porque nos empodera frente al otro, ese que desde principios de 2020 quiere ser protagonista y solo consigue separarnos y que nuestro sistema inmunológico se debilite por el miedo. Esta nueva ola por suerte no es tan letal pero el miedo mata nuestra alegría… porque mata nuestras ganas.

Pues que esta Nochebuena multipliquemos nuestro amor, que es antídoto del miedo, y celebremos la unión de las familias y los amigos de la forma más dulce y armoniosa.

Precisamente estamos inmersos en nuestro proyecto estrella: la Flor Dulce de Navidad, y he de agradecer a los que habéis hecho realidad este sueño de conseguir que esas personas extraordinarias, con otras capacidades, puedan llevar a cabo diferentes actividades durante todo el año con lo recaudado. Son los protagonistas de un dulce solidario que llegó hace siete años con el «modesto» objetivo de hacer la competencia al roscón de Reyes, pero en Navidad, y ojalá les despierte la inquietud de convertirse en futuros reposteros.

Imagínense lo que eso supone para el asturiano Pablo Díaz, creador de esta flor dulce, o para mi hermana, directora de la Fundación Irene Villa; gracias también a Ciudad de la Raqueta, por su apoyo siempre, a Makro, a voluntarios, amigos y desconocidos, por seguir sumando personas felices. Para que, verdaderamente, puedan dar lo que tienen.