Opinión

La infamia del ministrillo Garzón

En el terreno político ha conseguido perjudicar no sólo a esa confusa amalgama de Podemos, sino también al PSOE

El sector cárnico ha bautizado con gran acierto las palabras del ministrillo Garzón diciendo que «es una infamia y una burla». Estos empresarios y trabajadores merecen mucho más respeto que un político profesional que es incapaz de pedir perdón por sus infundadas acusaciones. Por tanto, quien dice infamias es un infame. La definición que hace el magnífico diccionario de la Real Academia Española es muy adecuada en sus dos acepciones: descrédito y deshonra o maldad o vileza en cualquier línea. El comunista admirador de los hermanos Castro y de Lenin ha actuado con consciente maldad al realizar sus infundadas afirmaciones, porque responden a un comportamiento frívolo. Ha caído en el descrédito y la deshonra consiguiendo el rechazo generalizado, incluso de sus socios de gobierno. Es lógico que se sientan avergonzados y hayan aclarado que son opiniones personales. Finalmente, estamos ante una vileza, porque su comportamiento resulta despreciable. Es indigno para el cargo y ha mostrado una torpeza que confirma que no ha sabido corresponder a la confianza que le ha otorgado Sánchez. Ha causado un grave perjuicio al sector, aunque él seguirá cobrando su elevado sueldo y disfrutando de los privilegios que tanto le gustan.

En el terreno político ha conseguido perjudicar no sólo a esa confusa amalgama que representa Podemos y sus confluencias, sino también al PSOE. El sector ganadero es importante en Castilla y León. No se debe olvidar que ha sufrido un ataque directo e injusto. En unas semanas se celebrarán elecciones y es evidente que no se puede esperar mucho de un gobierno que mantiene a Garzón como ministrillo. Mañueco tiene ahora la campaña muy fácil. Es otro de los muchos agravios que sufre esa comunidad autónoma de manos del gobierno socialista comunista. La reacción de Garzón, así como el sumiso apoyo que ha recibido de la izquierda mediática, siempre presta a actuar como paladín de los suyos, pone de manifiesto su nerviosismo. Lo más sorprendente es que el ministrillo pretenda dar lecciones sobre ganadería, salvo que quiera trasladar a nuestro país la experiencia de la Nueva Política Económica y los desastrosos planes quinquenales de la Unión Soviética. No hay nada más inquietante que un comunista opinando sobre economía. Hay mejores lecturas que las caducas obras de Marx, Lenin y Stalin.