Política

Garzón, el “chollo” de campaña

En Moncloa dan vueltas a la conveniencia de que Sánchez disminuya sus presencias en la campaña del PSOE

Los políticos torpes –que en algunas épocas hay más que botellines– suelen proferir según qué declaraciones bajo el convencimiento de que una nada despreciable parroquia va a aplaudirles la ocurrencia y en la constancia de que en caso contrario no van a montar ninguna irreparable tremolina, pero sobre todo lo hacen sin echar un mínimo vistazo a la agenda política que es la que al fin y a cabo decide sobre la oportunidad de determinadas acciones. Es el caso palmario de Alberto Garzón que, como ministro de España y como nacido de madre con documento de identidad, se lanzaba en un medio extranjero a poner en entredicho intereses nacionales a propósito del debate –legítimo dicho sea de paso– sobre las ganaderías intensiva y extensiva, sin reparar en que a la vuelta de muy pocas semanas aguardan unas elecciones autonómicas en Castilla y León. No hace falta ser el padre de todos los sociólogos ni el rey de la demoscopia para colegir, cuando salía a la luz la entrevista del ministro en «The Guardian», que el daño a las expectativas electorales en esa región para el Partido Socialista sería tan evidente y probablemente sin posibilidad de retorno como la puntilla dada por el institucionalmente ocioso miembro del consejo de ministros a las siglas de Podemos en la España interior, ya saben, esas que a Garzón por aquello de ser referente por accidente en Izquierda Unida le abrieron las puertas del gobierno.

Pero el «chollo» que está suponiendo el responsable de Consumo para Fernández Mañueco en una comunidad donde, como ocurrió en Madrid el «4-M», el PP podría superar a toda la izquierda aun no consiguiendo la mayoría absoluta, no parece que vaya a ser flor de un día, sobre todo porque la precampaña ya ha arrancado, será larga y una referencia como esta no se va a desaprovechar hasta llegado el minuto uno del «13-F», día de las elecciones a la junta de Castilla y León, salvo giros de timón altamente improbables como sería el de, previa patada en las posaderas, hacer practicar a Garzón el vuelo sin motor. Tal vez de ahí el nerviosismo de Moncloa, ahora dándole vueltas a la conveniencia de que el propio Sánchez –abucheado por ganaderos este fin de semana cuando acudía a un mitin en apoyo de su candidato Tudanca- disminuya sus presencias previstas en la campaña del PSOE en esta región, en contraste con lo que será un auténtico desembarco de Díaz Ayuso en la campaña del popular Fernández Mañueco. Garzón ¡qué cosas! podría de rebote ayudar a hilvanar de nuevo las costuras rotas del PP.