Joe Biden
Putin y Biden, cañones y trompetas
Ayer, tras la reunión de los jefes de la diplomacia rusa -Lavrov– y americana –Blankin–, se abrió un portillo de esperanza
Natham Rothschild (Franfurt, 1777-Londres, 1836), banquero judío alemán, dijo, sobre el paisaje de las guerra napoléonicas, que «hay que comprar con el estruendo de los cañones y vender con el sonido de las trompetas». Desde entonces, la máxima ha sido recurrente en las Bolsas mundiales y en los negocios. Los prolegómenos o inicios de cualquier conflicto armado suelen ir acompañados de desplomes de precios. Los inversores más templados pueden encontrar gangas insospechadas si son capaces de mantener el envite. La llegada de paz y sus trompetas es, por el contrario, el momento de vender con beneficio porque los precios, en teoría se estabilizarán. La tensión Rusia-Estados Unidos, con Europa en medio, mantiene en vilo a medio mundo ante la opción dramática de que las armas truenen. Las bolsas dudan. Tan pronto temen el conflicto y se tiñen de rojo, como alumbran una solución y se pasan al verde, y todo a una velocidad vertiginosa.
Putin y Biden, con los dirigentes europeos de convidados de piedra, mantienen el pulso, con Ucrania como motivo de discordia. Ayer, tras la reunión de los jefes de la diplomacia rusa -Lavrov– y americana –Blankin–, se abrió un portillo de esperanza. Por lo menos, se ha ganado tiempo. Sánchez, por una vez, hace lo que debe y cierra filas con la OTAN, en contra de la opinión de los ministros de Podemos, que parece como si fueran partidarios de que Putin invada Ucrania. La incertidumbre, en cualquier caso, sigue, porque sería un conflicto de consecuencias globales y que afectaría a España y mucho más allá de un encarecimiento adicional de la factura de la luz, como dice la ministra Teresa Ribera. Los números, como siempre son decisivos. Europa –España en menor medida– necesita el gas ruso, quizá porque nunca se preocupó de acceder al de Argelia. Rusia, por su parte, todavía precisa, para cuadrar sus finanzas, vender gran parte de su gas a Europa. Por eso, tal vez todo se encarezca más, pero es improbable que Putin cierre ahora el grifo, lo que no impide que lo haga más adelante. No hay guerra, de momento, pero es uno de esos tiempos peligrosos de duda entre cañones y trompetas, y también de hacer grandes negocios, como explicó Rothschild en 1810.
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