Partido Popular

Cordones poco salubres

Negociar el post «13-F» no puede pasar nuevamente por la tentación de vetar a una opción política legitimada en las urnas

Alberto Núñez Feijóo tiene margen suficiente para diseñar su hoja de ruta como nuevo timonel del PP que, en efecto no está necesitado de refundaciones ideológicas, pero sí de cambios de estrategia. Por ello hay algo nada menor que ya atisba el líder gallego en forma de giro radical a propósito de la descentralización del poder nacional blindando la autonomía de los barones. Toda una nada menor declaración de intenciones con primera piedra de toque en la Castilla y León de Fernández Mañueco. El terremoto en el PP ha acabado nublando -quién lo iba a decir- incluso las negociaciones para formar gobierno en Castilla y León como tarjeta de visita a lo que habría sido nuestro patio político en los meses venideros. Todo implosionó hasta el punto de que, un visitante foráneo que hubiera llegado a nuestro país el «día después» del «14-F» electoral para echar un vistazo a la situación de la política doméstica nacional, no habría dudado en colegir, no solo que la suma de las izquierdas había alcanzado una holgada mayoría en esos comicios, sino que el propio candidato socialista Luis Tudanca había encabezado la lista más votada arrebatándole al PP el gobierno después de 35 años y sumiendo a toda la derecha en una profunda crisis derivada del retroceso en las urnas. Tal vez por ello Fernández Mañueco con las manos libres a tenor de lo anunciado por Núñez Feijóo tenga una primera oportunidad para demostrar que fue su partido el que de verdad ganó esas elecciones.

Que el probable por inevitable entendimiento entre PP y Vox no sea precisamente el escenario más idóneo, por ejemplo para el aterrizaje de Núñez Feijóo en la dirección nacional o la estrategia de Moreno Bonilla en Andalucía casi resulta de Perogrullo y más de uno de los que ya no están en Génova-13 habrá pensado si no hubiera sido más rentable un accidente doméstico sobre el dedo que señaló a Fernández Mañueco el «botón nuclear», pero eso no es óbice para que, sin «tutelas» ni «tutías» -que diría un hoy «ojiplático» Fraga regresando del más allá- se deje lo suficientemente liberado a Fernández Mañueco, para tejer o destejer cuantas negociaciones sean necesarias de cara a formar gobierno en Castilla y León. Negociar el post «13-F» no puede pasar nuevamente por la tentación de vetar a una opción política legitimada en las urnas. Los cordones sanitarios no gustan al electorado y tal vez por ello no convenga arrojar la salmuera que supondría la pérdida del gobierno castellanoleonés, sobre la carne viva abierta en el PP. Pero veremos.