Fidel Castro

Casposos tabúes

La guerra de Ucrania ha vuelto a resucitar la animadversión casposa y trasnochada hacia el socio norteamericano

La brecha abierta en el seno del Gobierno –si es que alguna vez dejó de haberla– ahora a propósito del giro anunciado por Sánchez en favor del envío de material armamentístico a la resistencia ucraniana ha vuelto a poner en evidencia la existencia de algunos tabúes calcificados en una parte de la izquierda española, todavía anclada en nostalgias y mitos del pasado siglo XX, ya desmontados por la verdad que acaba imponiéndose con el paso de los años, pero a los que se recurre persistentemente con una obstinación que en nada se corresponde con la defensa de ideales ni progresistas, ni humanitarios ni heroicos. Esencialmente son tres los grandes tabúes de los que no es capaz de desprenderse esa parte del espectro ideológico en nuestro país situando a veces a la propia imagen de España al borde del ridículo frente a los socios occidentales.

Por orden de importancia de menor a mayor, tal vez el primero sea el de la épica idealista que todavía hace mirar a la dictadura cubana con una inexplicable condescendencia. No hay suficientes desmanes del régimen tejido por los Castro que hagan caer en la cuenta a una parte de nuestra izquierda de hechos tan palmarios como que Cuba no es precisamente un paraíso de justicia e igualdad, más bien al contrario ministros del Gobierno como Alberto Garzón se confiesan declarados admiradores de un régimen que no sufren, sencillamente porque viven en un país democrático como España. El segundo tabú es el de la energía nuclear y este ya abarca no a una parte sino a toda la izquierda incluyendo al partido socialista. Lo de las «nucleares no, gracias» pudo tener sentido hace décadas, pero hoy la propia Unión Europea ha incluido a esta energía entre las sostenibles, entre otras cosas por unas garantías de seguridad que nada tienen que ver con el pasado, pero aquí seguimos con la margarita en la boca y pagando la luz a precio de oro.

El tercer y más importante tabú es sin duda el que se impone frente a todo lo que suene a OTAN y a defensa de Occidente, tal vez ignorando las ventajas –incluso para la consolidación de nuestra democracia– que tuvo nuestra integración en la Alianza Atlántica. La guerra de Ucrania ha vuelto a resucitar la animadversión casposa y trasnochada hacia el socio norteamericano y hasta pone en un serio compromiso los esfuerzos de Sánchez por ganarse la confianza de nuestros socios. «Con las barbas de Fidel vamos a hacer una escoba, para barrer a los yanquis de las bases españolas»… y siguen con el «raca raca».