Vicente Vallés

Un gobierno de enemigos íntimos

La gestión en España de esta crisis internacional nos muestra un Gabinete en el que se defiende una postura y su contraria. Y, ni las ministras que discrepan dimiten, ni el presidente las destituye

Pedro Sánchez se reunió ayer con el secretario general de la OTAN en una visita a los efectivos españoles de la Alianza en Letonia, para proteger a los países bálticos del acoso aéreo ruso. Y Pedro Sánchez compartió acto público unas horas antes con las ministras de Podemos que reivindican la disolución de la OTAN y llaman al PSOE «partido de la guerra». Busquen –pero no encontrarán– un caso parecido en Occidente. El presidente del Gobierno demuestra, una vez más, su capacidad de resiliencia (esa palabra que tanto le gusta) y de resistencia: da igual lo que pase, todo pa’lante. La orquesta del Titanic.

La gestión en España de esta crisis internacional nos muestra un Gabinete en el que se defiende una postura y su contraria. Y, ni las ministras que discrepan dimiten, ni el presidente las destituye. Las dirigentes de Podemos, herederas políticas del «no a la guerra», asumen con inverosímil naturalidad que forman parte de un Gobierno que envía armas a una guerra, y el presidente admite con esa misma portentosa naturalidad que sus ministras de Podemos insulten al PSOE. En política hay cinturas envidiables.

Por el camino, eso que los aficionados a los eufemismos llaman «el espacio a la izquierda del PSOE» va camino de la atomización, en porciones cada vez más pequeñas y divididas. La matriz, Podemos, está en contra del envío de armas, igual que Marine Le Pen; Izquierda Unida no está a favor, pero considera que hay que asumirlo para no profundizar en la división y correr el riesgo de quedarse sin el Ministerio de Consumo; Yolanda Díaz está cada día más cerca del PSOE; y los Comunes de Ada Colau van detrás de Díaz.

La teoría es que pretenden presentarse juntos a las elecciones, dependiendo de cómo acabe el peculiar «proceso de escucha» de Díaz. Otra teoría es que Sánchez quiere mantener esta pintoresca coalición de enemigos íntimos hasta las elecciones. Y la teoría prospectiva es que Sánchez se podría ver obligado a renovar esa misma coalición para seguir gobernando, suponiendo que le salgan los números en las próximas elecciones. A ver cómo se hace eso.