Autónomos

Los autónomos y el chiste de Putin

El hostigamiento hacia los autónomos continuó y continuará, amparado, además, como casi siempre, por supuestas organizaciones que supuestamente los defienden

Todos los dramas han suscitado respuestas humorísticas. Esta semana circuló en las redes el siguiente chiste: «Pedro Sánchez aplica a Putin la más severa sanción económica: lo da de alta como autónomo».

Así como el humor puede florecer y a menudo florece en las circunstancias más terribles, como es la guerra, conviene no olvidar que a menudo el humor no busca solo hacer reír sino hacer pensar. El caso del castigo a los trabajadores autónomos en nuestro país es ilustrativo.

Hoy, cuando el Gobierno, en un giro de 180 grados con lo que nos ha estado contando durante años, asegura que va a bajar los impuestos, creo que conviene recordar el ataque sistemático que ha lanzado, lanza y lanzará contra los contribuyentes, muy particularmente contra los trabajadores autónomos.

Un símbolo fue la violación de los derechos de los «riders», que querían ser autónomos y fueron obligados por la izquierda y los sindicatos a dejar de serlo. Un caso impresionante de ataque a los derechos de los trabajadores por parte de los supuestos progresistas sin que casi nadie haya dicho ni mu.

Pero el hostigamiento hacia los autónomos continuó y continuará, amparado, además, como casi siempre, por supuestas organizaciones que supuestamente los defienden. Esto es normal. Después de todo, el socialismo lleva un siglo pretendiendo salvaguardar los intereses de los trabajadores, que ha quebrantado una y otra vez.

En este sentido, resultó ejemplar un artículo de María José Landaburu, secretaria general de una llamada Unión de Autónomos, en el diario «El País». Estaba realmente feliz, por que el Gobierno progresista va a conseguir que los autónomos superen una «incomprensible situación que arrastramos desde hace décadas, por la cual la base de cotización se elige voluntariamente».

¿A quién se le ocurre una situación tan incomprensible? Los trabajadores autónomos tenían libertad de elegir la cotización. Por supuesto, la señora Landaburu está en contra de la libertad, y lo dice abiertamente: hay que obligar a los autónomos a cotizar como mande el poder.

Lógicamente, no se le ocurre pensar que los trabajadores prefieran cotizar menos y organizarse por su cuenta. No. Ella piensa que «estamos ante una oportunidad histórica» para que esos trabajadores «salgan de los márgenes del Estado de bienestar». No los quiere libres, fuera del Estado. Los quiere dentro. A la fuerza. Por su bien. Porque no se les puede dejar solos.