Historia
Delorean impreso
Qué maravilla viajar en el tiempo, como en las películas de acción actuales, y encontrarse en medio de las conversaciones de personas reales que vivieron hace siglos
Cada día, antes de dormir, leo unos párrafos de la «Vida de Samuel Johnson». Es una obra de dos mil páginas del siglo dieciocho en la que se cuenta la vida del Doctor Johnson, el primer redactor de un diccionario completo del inglés. El relato lo hace su amigo y contertulio, James Boswell, y nos lo cuenta a través de detalladas descripciones de las conversaciones que con él mantuvo. La «Vida de Samuel Johnson» es extensísima: el Quijote de los ingleses. A través de ese minucioso, inacabable y algo monótono relato, el amigo Boswell me ha permitido que cada noche, un rato antes de coger el sueño, pueda trasladarme al año 1770. Aterrizo cada vigilia en medio de las conversaciones de esos personajes con peluca empolvada y me familiarizo con sus amigos Goldsmith, Garrick, Langton y tantos otros que le daban la réplica en esas veladas. Planteaban siempre posibles temas de debate y discusión para que se luciera su brillante colega. En la taberna de la Mitra, donde se reunían, bebo con ellos incorpóreamente. Cada uno tiene un tono especial, una personalidad marcada y unas obsesiones particulares, como sucede con cada una de nuestras amistades presentes.
El volumen de dos mil páginas es de complicado manejo sobre esa plataforma horizontal a la que hemos dado en llamar lecho. Pero vale la pena buscar algunas posiciones que resuelvan esa dificultad, porque el resultado es que uno consigue encontrarse en medio de una tertulia de voces reconocibles e inesperados amigos, a la tranquilizadora luz de los candelabros, que reviven como espectros justo antes de entrar en el reparador sueño. Qué maravilla viajar en el tiempo, como en las películas de acción actuales, y encontrarse en medio de las conversaciones de personas reales que vivieron hace siglos, con sus preocupaciones y pequeñeces del momento. Alguna de ellas siempre se puede aplicar a los sucesos presentes. Tengo amigos en otro siglo. Pruébenlo. No se arrepentirán de la experiencia.
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