Elecciones en Francia

¿Macron-Le Pen en Francia?

Hoy se celebra en Francia la primera vuelta de las elecciones a la presidencia de la República. Ya es sabido que los franceses votan primero con el corazón, y reservan el voto de la cabeza –y la cartera– para la segunda vuelta o «ballotage», donde se enfrentan los dos candidatos que han obtenido más votos en la anterior, y siempre que ninguno haya alcanzado el 50% en primera instancia.

Las presidenciales francesas tienen un particular atractivo entre la población solo comparable con el de sus homónimas en los Estados Unidos. Las razones hay que buscarlas más en la Historia que en el presente del país galo, cuya República como forma de Estado es hija directa de su Revolución, que marcó un antes y un después en la Historia, dando fin al «Antiguo Régimen». Con aquella Revolución nació la Primera República y ahora Francia es gobernada por la Quinta, promovida por el general de Gaulle y marcadamente presidencialista a imagen de su fundador. Emmanuel Macron es el actual inquilino en funciones del Palacio del Elíseo, y previsiblemente competirá en segunda vuelta con Marine Le Pen que, si hoy se confirman las encuestas, podría tener posibilidades de victoria en dos semanas, el 24 de abril.

Cuando hoy se cierren los colegios podremos comprobar si se cumplen estos pronósticos que, caso de hacerlo, provocarían un terremoto político en la UE, mayor que el de Trump en los EEUU en su día. Macron es un singular caso en la política francesa, pues pasó de ser Ministro de Finanzas con el socialista Hollande a presidir la República y disponer de mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, y todo ello careciendo de partido. Los que se han turnado en el Gobierno durante décadas –el gaullista y el socialista– están desaparecidos en la práctica, con la alcaldesa de París –la candidata socialista, gaditana de nacimiento– en la cola de los candidatos, acompañada de los «republicanos» en similar situación.

Ese vacío lo han ocupado por la derecha y por la izquierda candidatos alejados de la centralidad política como Le Pen y Zemmour, por un extremo, y Melenchon por el otro. Macron, que comenzó su mandato con los chalecos amarillos frente a él por la subida del carburante a los transportistas, no ha conseguido capitalizar ningún éxito en política exterior, ni con su actual presidencia semestral de la UE como interlocutor privilegiado con Putin. Más bien su cercanía ha dañado su popularidad, ya muy deteriorada ante su desplazamiento político con la nueva alianza militar AUKUS. La primera respuesta, esta noche.