Opinión

El efecto Feijóo

La credibilidad del CIS de Tezanos se ha ido cayendo en la medida en que su afán por favorecer a Pedro Sánchez le ha llevado al ridículo en algunas predicciones.

En el último sondeo publicado esta semana ya no arrasa el PSOE. Muy al contrario, se desgasta y es el PP el que sube considerablemente. Muchos medios de comunicación lo han llamado “efecto Feijóo”.

Si la metodología del CIS sigue siendo la misma, también debería ponerse este estudio en cuarentena. Lo que ocurre, es que el resto de sondeos abundan en la misma dirección vaticinando la recuperación del Partido Popular.

Los líos de Almeida y las mascarillas, el desgaste de Díaz Ayuso o la entrada de Vox en Castilla y León parece que no han afectado a los inicios de Feijóo. En realidad, el gallego aun no ha tenido tiempo casi ni de sentarse en el despacho de Génova, pero en política, al igual que en la bolsa, hay un componente de especulación sobre las expectativas.

Lo que sí parece incuestionable, es que Feijóo ha tocado la tecla oportuna. Lo que necesita la sociedad es una dosis de moderación y el abandono de la política de trinchera y él ha empezado por ahí.

El líder popular es temido en Moncloa. Solo hay que ver la reacción airada contra él de Adriana Lastra, que cometió el error infantil de no esperar a tener argumentos para empezar a atacar.

En Génova aplauden satisfechos su elección. Casado, condenado al ostracismo, parece tan lejano como Albert Rivera y empiezan a acariciar un cambio de ciclo. Si hubiese elecciones mañana y el resultado fuese el de las predicciones de todas las encuestas, la situación podría suponer un cambio de gobierno.

Sin embargo, la cosa es un poco más compleja. El mapa que reflejan los sondeos, apunta a la consolidación de los dos bloques en donde la extrema derecha sería el socio necesario de los populares y Podemos y los independentistas el de los socialistas.

Ganar las elecciones parece ser el único objetivo de PP y PSOE, pero gobernar en esas circunstancias es una mala noticia para el país.

Ignorar que Vox es un peligro potencial para la posición europeísta española o que es la versión local de un movimiento de extrema derecha que está tomando fuerza en Europa es no querer ver la realidad. Pensar que los independentistas se han rendido, es más estúpido aun.