Carles Puigdemont

¿Espionaje del KGB por cuenta de Puigdemont?

Comparecencia convocada de urgencia en Moncloa ayer lunes, jornada festiva en la CAM, para dar cuenta de que también Sánchez fue espiado ilícitamente en mayo del año pasado, así como la Ministra Margarita Robles un mes después, en junio. Sin duda es un golpe de efecto considerable ante el caso Pegasus, que ha puesto ante las cuerdas la supervivencia del Gobierno, y que explica que la noticia no pudiera esperar a darse a conocer hoy en la habitual rueda de prensa de los martes que informa de lo tratado en el Consejo de Ministros.

La noticia ya ha dado lugar a inevitables conjeturas de todo tipo, procedentes especialmente de las filas del separatismo que creía haber conseguido el renacimiento de sus cenizas «prusecistas» con el autodenominado Catalangate, pretendiendo emular el Watergate que acabó nada menos que con la dimisión de todo un presidente de los EEUU, el republicano Richard Nixon. La verdad es que las informaciones que se van conociendo respecto al origen y elaboración de ese informe en un laboratorio vinculado a la Universidad de Toronto con financiación por medio de la Open Society de Soros, no refuerzan precisamente su credibilidad conociendo las estrechas relaciones de su autor con el mundo secesionista catalán en general y en particular con la terminal de Puigdemont-Waterloo.

En este caso, no es un problema menor que sea el Gobierno de Sánchez el que afirme que desea se conozca «toda la verdad», dada la difícil convivencia entre ésta y el presidente, que está a su vez a la altura de la relación existente con el huido Puigdemont.

Por si todo ello fuera poco, que por supuesto no lo es, de por medio está el mundo de los servicios de inteligencia, que desde luego es obvio que tienen el derecho y el deber de espiar –legalmente por supuesto– a quienes conspiraron y cometieron diversos delitos, entre ellos una sedición desde la Generalitat atentando contra el orden constitucional para conseguir su propósito: literalmente demoler el fundamento de la CE.

Por fortuna la ministra de Defensa Margarita Robles sí que merece credibilidad en todo este espectáculo, y es un aval a la investigación judicial iniciada. Solo faltaría que esas intrusiones ilícitas en los móviles gubernamentales mediante esa todopoderosa herramienta Pegasus tuviera su origen en los servicios secretos sucesores del KGB, especialistas consumados en el espionaje. Sería una prueba más del conocido partenariado político existente entre el entorno de Puigdemont y el entorno de Putin. Esto no es una hipótesis irreal de trabajo del año pasado.