Opinión
El Gobierno del camarote de los hermanos Marx
Recordarán ustedes cuando al poco de formarse el Gobierno «del abrazo» entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en enero de 2020 –que fue el primero de coalición en España con el actual régimen constitucional– ambos dirigentes comparecieron juntos el día 12 para afirmar solemnemente que el Gobierno «hablaría con diversas voces, pero con una sola palabra». Esto es lógico y resulta exigible que el Gobierno como órgano colegiado que es, mantenga disputas y diferencias privadamente dada la pluralidad política interna que mantiene, pero una vez se fija posición oficial, reunido en Consejo de Ministros, la voz y la palabra deben ser una y única. A los dos años de aquella proclamación, cualquier parecido con el cumplimiento de ese compromiso es mera coincidencia, teniendo un Gobierno como nunca habíamos conocido, degradado el respeto institucional con el que debe ser investido. Pluralidad de voces no escasean con un Ejecutivo de 22 carteras ministeriales formadas a base de despedazar ministerios y órganos directivos de menor nivel para dar satisfacción a los socios coaligados, lo que además de provocar un exceso de gasto público injustificado e injustificable, crea problemas añadidos de gestión interna, al segregar competencias que deben permanecer unidas para ser eficaces. Hay ejemplos muy claros, como la optimización que disfrutábamos de la gestión de competencias concurrentes y compartidas en la Secretaría de Estado de Educación, Universidades, Investigación y Desarrollo, que actualmente se ha fraccionado en tres ministerios distintos imposibilitados de un adecuado funcionamiento. El Ministerio de Consumo, competencia ahora gestionada por las comunidades autónomas, era anteriormente una Subdirección General de Sanidad, y así varios ejemplos más que muestran la disfuncionalidad operativa del actual Ejecutivo.
Pero siendo lamentable lo expuesto, es más grave la carencia de una mínima experiencia de gobierno y de la responsabilidad que se le supone a quien forma parte del poder Ejecutivo de la Nación. El espectáculo del caso Pegasus es más propio de la película «El camarote de los hermanos Marx», que de un Gobierno serio y respetable. El sector podemita pide depurar responsabilidades –o sea, ceses y dimisiones– del sector socialista del Gobierno del que forma parte. Los aliados parlamentarios –ERC y Bildu– también piden ceses del Gobierno que sobrevive gracias a ellos y, para que no falte de nada, el sector socialista, dividido, le pasa la pelota de la responsabilidad de Presidencia a Defensa. Ante tal esperpento, la oposición es la que impide el escarnio de una comisión de investigación parlamentaria al CNI, solicitada por ministros del mismo Gobierno y sus aliados. Feijóo tiene razón al pedir elecciones.
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