Irene Montero
Fina y segura
El actual gobierno de coalición dispone de pocos resortes para la remontada frente a un Núñez Feijoo que no le quita ojo a las mangas del jugador de enfrente
A falta de fondos europeos cuya llegada ha dejado la invasión rusa de Ucrania para mejor ocasión y a un mes de las elecciones autonómicas más importantes de los últimos años hasta el punto de marcar previsiblemente el devenir político del país a medio plazo, el Gobierno ha encontrado la manera de llamar la atención –una de las cosas que, por otra parte mejor hace la izquierda– a propósito de unos «logros sociales» que, por si alguien lo habida dudado entre la feligresía socialista y podemita siguen siendo objetivo número uno para cualquier gobernante progresista que se precie.
A un mes para los citados comicios las encuestas son inmisericordes y no se encuentra la manera de movilizar a esa izquierda andaluza sumida en la melancolía fruto de la gestión de un gobierno del centro derecha que, entre otras cosas ha demostrado que «no se come a los niños». Razón suficiente para que tocase darle una pequeña patada al avispero de la precampaña –no será la primera ni la última– vendiendo una sensibilidad social desde el ejecutivo central que ha tenido su mejor reflejo en la particular manera con que la coalición gubernamental «feminista y progresista» ha recuperado la legislación sobre el aborto permitiendo que adolescentes de 16 años puedan interrumpir su embarazo sin permiso paterno. Curioso empujón hacia adelante en una materia que, como apuntaba una periodista embarazadísima en su pregunta a la ministra de igualdad este martes en Moncloa evidencia contradicciones poco explicables como es la defensa del supuesto derecho de la mujer a disponer de su cuerpo a la hora de impedir un nacimiento, pero su criminalización –matar sí, alquilar no– cuando se contempla esa misma supuesta libertad en la gestación subrogada.
El actual gobierno de coalición dispone de pocos resortes para la remontada frente a un Núñez Feijoo que no le quita ojo a las mangas del jugador de enfrente y que por el momento no muerde los anzuelos de siempre. Un Gobierno que, como brillantemente apunta Ignacio Varela se creó para que todos los días fueran carnaval, pero ya no es el caso y tal vez por ello las gotas de almíbar social han de dosificarse. La ministra de igualdad se ha quedado con las ganas de lucir la medalla en la bajada del IVA a productos de higiene intima femenina, medalla que se guarda para sí la parte «referencial» del Gobierno –pueden apostar– para justo antes de las elecciones municipales. Sociales, pero no tontos.
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