Opinión

Ahora, la viruela del mono

La humanidad en general y especialmente España no hemos tenido un momento de respiro en la sucesión de hechos extraordinarios y calamidades que se han venido sucediendo desde el 8-M de 2020, cuando se celebraron en Madrid las manifestaciones para celebrar el Día Internacional de la Mujer con medio Gobierno sanchista en las cabeceras, y Carmen Calvo –entonces Vicepresidenta–, proféticamente exhortando a todas las mujeres a asistir porque «les iba la vida en ello».

Fue el volcán Cumbre Vieja en la isla de La Palma el que tomó el relevo de la pandemia cuando todavía no habíamos recuperado la normalidad sino solo superado su fase crítica. Le siguió, y ahí continúa, la tragedia de la «operación militar limitada» desplegada por Putin en Ucrania, que mañana entrará en su tercer mes de guerra sin perspectivas claras de finalización ni de voluntad por parte de nadie de terminarla o conseguir al menos un alto el fuego. Esta contienda ha convertido a Europa en el teatro de operaciones donde diseñar un nuevo orden mundial multipolar en el tablero geopolítico, con Ucrania como víctima principal y la UE de convidada de piedra ante lo que se experimenta en su suelo.

Ahora seguimos con la racha de desgracias, y una posible nueva epidemia ya está situada en el escenario de la palpitante actualidad: la viruela del mono. Para no perder la costumbre, con similitudes en cuanto a la etiología de su desarrollo con lo sucedido en aquel malhadado 8-M hace dos años, ahora con otra macro celebración como posible foco de ignición. En este caso, es el festival gay celebrado este mes de mayo en Maspalomas, Canarias, que podría jugar el mismo papel que el feminismo gubernamental jugó entonces. Italia, otro de los países no africanos más afectados, también apunta en sus investigaciones a la determinación del inicio de sus contagios en el Maspalomas Pride, que se conecta con una sauna madrileña que ya sido clausurada por la autoridad sanitaria ante el elevado número de contagiados.

De cualquier modo, no deja de ser sospechoso el actual inusitado interés por una enfermedad de baja mortalidad que se tenía por erradicada, que hace su aparición justo después de que se haya sabido que varios gobiernos han decidido hacer acopio de su vacuna ante el temor de futuros brotes naturales o provocados. Volvemos a la casilla de salida con la desinformación, el miedo, los intereses económicos de la industria farmacéutica y las medidas de control de la población como compañeros de partida.