Pedro Sánchez

A cuatro años del comienzo

Tal día como hoy, 1 de junio, de hace cuatro años, el Congreso daba luz verde a la moción de censura presentada por el grupo parlamentario socialista con la firma de sus escasos 84 diputados, e investía Presidente del Gobierno a Pedro Sánchez, que prometía el cargo al día siguiente ante el Rey en La Zarzuela. Se cerraba una etapa política y se abrirá otra plagada de singularidades en nuestra historia constitucional: fue la primera ocasión en la que salió victoriosa una censura, el candidato no era diputado; el grupo promotor tenía el más bajo apoyo obtenido por el PSOE desde 1977, muy alejado por debajo de los cien escaños y no llegando ni a la mitad de la mayoría absoluta de la Cámara necesaria para aprobar la moción.

En cuanto Sánchez anunció la iniciativa, se sumaron Podemos y todas sus confluencias y Mareas –Compromis, En Marea…– ERC, PDeCat, Bildu… y finalmente el PNV, que lo hizo el último, decantando con sus 5 diputados la balanza a favor de Sánchez, que precisaba de 176 votos. El resultado final fue de 180 votos a favor, 169 en contra y la abstención de CC. El pretexto para la censura fue el fallo de la AN sobre la Gürtel, incluyendo un comentario del magistrado De Prada, vocal del tribunal de conocida afinidad «progresista», que luego fue censurado por el TS. El propio Puigdemont en sus memorias «De la investidura al exilio», afirma que Sánchez ya le había comentado en un encuentro el 25 de agosto de 2017 que «pensaba presentar una moción de censura, pero que lo haría más avanzada la legislatura».

Esta fue en síntesis la etiología mediata de un suceso político parlamentario que nos ha llevado a la situación actual. Protagonistas singulares fueron dirigentes y formaciones hoy ya desaparecidos, como el PDeCat, Iglesias, Rivera… Pero una vez más el decisivo fue el PNV, que pasó en una semana de apoyar la Ley de Presupuestos que garantizaba hasta el final de la legislatura la estabilidad política al Gobierno del PP, a retirarle la confianza para dársela a Sánchez. En un año, el investido Presidente había pasado de ser cesado de la Secretaria General del PSOE y dejar el acta de diputado para evitar que hiciera ese Gobierno Frankenstein, a recuperar la dirección de su partido y llegar a La Moncloa con esos apoyos.

Con ellos se formó el sanchismo, para el que el fin –conseguir el poder– justifica los medios. Aunque estos sean lesivos para el interés general de España.