Pedro Sánchez
Los votos de la ejemplaridad sanchista
Han bastado 24h para que el presidente de nuestro ejemplar Gobierno se desmintiera a sí mismo. Aludió, entre otros argumentos para justificarlo, a su ejemplar respeto por la división de poderes, olvidando que en su intento de modificar la LOPJ para nombrar un Consejo sin necesidad de pactarlo con la oposición, tuvo que intervenir la Comisión Europea a fin de que hiciera marcha atrás.
Pero ahora ha vuelto a propinar otro desafío al TS, aplicando lo que ya afirmó en su día: «¿De quién depende la Fiscalía?, pues eso». Así, el Consejo de Ministros ha nombrado, a propuesta de la Fiscal General del Estado, a un fiscal para la Fiscalía de Menores cuyo nombramiento ya había sido anulado previamente por el propio Tribunal Supremo.
El respeto a la división de poderes es consustancial a la democracia parlamentaria, y en una partitocracia lo es en especial la garantía de la independencia del poder judicial. Hasta ahora, la hostilidad manifiesta de la Comisión Europea por el Gobierno polaco se decía que era precisamente por entender que la vigente legislación del país no garantizaba esa independencia judicial. Algo similar sucede con Hungría, aunque la guerra en Ucrania ha cambiado el tablero geopolítico, convirtiendo a ambos países en estratégicos para la UE para poder hacer frente a la «amenaza de Putin». Por si ello no fuera poco, es difícil seguir acusando de ultraderechista y xenófobo, entre otras lindezas, a un Gobierno como el polaco, que está dando a Europa y al mundo un ejemplo de solidaridad extraordinaria acogiendo a una multitud de refugiados que han huido de Ucrania. Ahora, con el voto en contra de unos comisarios tan ejemplares como Sánchez, le han levantado el veto para poder recibir los cuantiosos Fondos europeos que le tenían embargados.
La ejemplaridad, individual o colegiada, como el caso que nos ocupa, es una cualidad o virtud que convierte a quienes la poseen, en referencias o modelos de buen hacer, dignos de ser imitados en su conducta por el común de las personas que saben distinguir el bien del mal. Si Sánchez considera que el sanchismo concita abrumadoramente entre los españoles esa adhesión implícita, tenemos un problema. O bien vive en una realidad virtual, alejada de la que viven los españoles en su vida cotidiana actualmente, o los españoles son los equivocados y no son conscientes de las excelsas virtudes que adoran a su ejemplar líder.
En una democracia esas adhesiones se miden con los votos. Pronto los andaluces van a darle la respuesta, como antes los madrileños y los castellanoleoneses. Medirán su ejemplaridad en las urnas.
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