Gobierno de España

Arreglar la economía, mal negocio

Hacer los deberes en lo económico olvidando la carga del discurso ideológico resulta mal negocio en lo electoral

Con independencia de que pueda ajustarse más o menos a la realidad, la derecha siempre ha contado –al menos en nuestro país– con la imagen de un cierto aval de eficacia a la hora de gestionar la economía y sacar a situaciones complicadas del atolladero, mientras que la izquierda ha sabido rentabilizar de manera especial su clara capacidad para un supuesto buen reparto de los recursos, sobre todo en el terreno de lo social. Hasta ahí todo queda dentro del elenco de múltiples opiniones marcadas por el sesgo ideológico respecto a la capacidad de unos o de otros para llevar el timón de las cosas de comer. Luego está la realidad, unos datos contantes y sonantes que, en el caso de España muestran un interminable bucle a propósito de cómo ha venido gestionando el bipartidismo en la alternancia de poder lo relacionado con el bolsillo, suponiendo en algunas etapas un pingüe negocio para la saca de votos de algunos aunque desastroso para el país, o por el contrario un buen balance en otros periodos para las cuentas de la nación, pero desastroso electoralmente para quienes se ocuparon de llevarlo a cabo.

El bucle tiene nombres, apellidos y documentos de identidad en nuestra historia reciente. Terminada la etapa de casi catorce años de los gobiernos de González, Aznar llegaba a La Moncloa obligado a pedir un crédito a la banca privada para poder afrontar el pago de la nómina extra en las pensiones, a lo que se sumó la titánica lucha para cumplir las exigencias de Maastricht como prolegómeno a una gestión posterior que proporcionó millones de empleos, la creación de la «hucha» de las pensiones hoy con telarañas y la imagen de España como envidiado referente europeo en materia económica. Dejó de hacerse política, llegaron el «Prestige», la guerra de Irak y el «11-M» y todo se fue por el sumidero electoral. Llegó «Zp» repartiendo cheques bebé, partidas para la dependencia y propinas de 400 euros, la crisis internacional nos dejó más tocados que nadie y las llaves de la moto cayeron en manos de un Rajoy que nos salvó del rescate, reflotó la economía y, olvidándose también de hacer política, acabó practicando el vuelo sin motor previa patada en las posaderas. Lo que ha llegado después se describe solo en el día a día…ergo, vaya poniendo Núñez Feijóo las barbas a remojar. Hacer los deberes en lo económico olvidando la carga del discurso ideológico resulta mal negocio en lo electoral.