Opinión

Díaz, perdiendo puede ganar

A Yolanda Díaz le importan muy poco las elecciones andaluzas, como a Pablo Iglesias. Sin embargo, ambos las han utilizado como plataforma para sus intereses personales: el ex líder de los morados, para hundir la candidatura nacional de Díaz, y la vicepresidenta, para consolidar un proyecto a la izquierda del PSOE sin Podemos pero con Errejón.

De momento, el foco no está puesto en ella. Tras los presagios de victoria holgada del PP, todas las miradas se centran en si pueden quedar mermadas las posibilidades de Sánchez de cara a las generales.

Los análisis se completan con la incógnita sobre si el “efecto Feijóo” puede frenar el avance de Vox o si estos van a amargar la victoria a Moreno, en tanto que, lo está pasando sin pena ni gloria es la pérdida de diputados que sufrirá Podemos como consecuencia de las escisiones y los enfrentamientos internos.

Pero Díaz ha tocado una tecla que puede ser decisiva para ella, independientemente del resultado en las urnas. Tiene que ver con el órdago que la extrema derecha ha lanzado al PP, asegurando que, con cualquier resultado en que Moreno no tenga mayoría absoluta, solo prestará sus votos a cambio de entrar en el gobierno de la Junta.

Mientras que Sánchez sigue en la estrategia de que cuanto mejor para Vox, mejor para él, soñando con un gobierno de coalición Moreno-Olona, Díaz le ha adelantado por donde menos se lo esperaba, abriendo la posibilidad de abstenerse en la investidura para aislar a los extremistas.

Si algo así sucediese, el impacto nacional sería de calado. El discurso de la movilización del voto de izquierdas en torno a Sánchez por miedo a Vox quedaría jibarizado y reluciría la efectividad de la acción política y parlamentaria frente a la derecha radical.

En definitiva, Vox quiere amargar la fiesta en la calle Génova y, todo parece indicar que lo hará porque, según los sondeos, el PP no conseguirá los 55 diputados mágicos de la mayoría absoluta.

Abascal no atiende a la lógica política. Si el partido más votado se queda a poco de la mayoría absoluta y aventaja en 15 puntos al segundo, un partido clásico no le impediría la investidura. Pero la extrema derecha no está en hacer lo que se espera, sino lo contrario. De momento, solo Díaz parece haberse dado cuenta. Por eso, aun perdiendo, puede ser la triunfadora de la fiesta.